Marta Rubí
22:35 • 10 sept. 2011
Hoy todos los almerienses, y probablemente todos los ciudadanos del mundo, recordarán y comentarán dónde estaban cuando vieron las escalofriantes imágenes que cumplen diez años, pero tres almerienses revivirán los atentados a las Torres Gemelas con un sentimiento especial, con “un enorme vacío”, ya que fueron testigos directos de la tragedia que sacudió al mundo. Los recuerdos de Emilio Cassinello Aubán van de lo personal a lo profesional ya que, como cónsul general de España en Nueva York, atendió a los tres mil españoles que quedaron atrapados en la Gran Manzana. “Estos días recuerdo muchas anécdotas, el horror de las familias de los tres españoles que murieron; el destino que quiso que no fueran más...”
El ex marido de María del Mar Rozas Peralta, Humberto, vio directamente el atentado ya que trabajaba frente a una de las torres (había trabajado años antes en el World Trade Center). Mientras conocía su paradero, María del Mar pasó las horas más angustiosas de su vida y diez años después reconoce que su vida ha cambiado muchísimo “en parte por el estrés que vivimos”.
Luis Ros Ortega recuerda esa angustia en los vecinos de Nueva Jersey, donde vive desde los años 70 y desde donde presenció la caída de las torres con su familia.
Las imágenes del terror más repetidas traen a estos tres almerienses los recuerdos más duros.
Emilio Cassinello. Vivió los atentados como cónsul general de España en Nueva York.
“Recuerdo que pensé que había demasiado humo para que fuera una colisión de una avioneta”. Emilio Cassinello Aubán salía de su casa el 11 de septiembre de 2001 camino al consulado y su chófer le comunicó que había habido un pequeño accidente en una torre, según había escuchado en la radio. “Cuando escuché el impacto en la segunda torre corrí hacia las oficinas con una obsesión: saber a que hora abría el Observatorio del World Trade Center, uno de los sitios más turísticos de Nueva York”. Respiró al saber que estaba cerrado. Su presentimiento no estaba equivocado: la tragedia podría haber sido peor para los turistas españoles, aquellos sobre los que Cassinello tenía responsabilidad, ya que un autobús esperaba a las puertas de las Torres Gemelas para entrar.
En el atentado murieron de hecho tres personas con pasaporte español que Emilio Cassinello nunca olvidará, y cerca de tres mil quedaron atrapadas. El consulado español estuvo siete días abierto permanentemente y se ofreció ayuda para aquellos que tenían previsto estar unos días y no contaban con sitio para quedarse más. “Fueron días muy dolorosos”, recuerda el cónsul de origen almeriense, “quizá la imagen más impactante fue la de aquellos que saltaron de las torres, hubo una pareja que lo hizo de la mano, pero también recuerdo las reuniones de barrio que intentaban volver a la vida normal; los carteles caseros buscando desaparecidos y cómo días después, cuando cambió el viento, no sólo vivimos la tragedia sino también la olimos...”
M. Mar Rozas Peralta. Su ex marido trabajaba frente a las torres. Logró salir de su edificio.
Cinco horas de angustia, sin saber dónde estaba su marido, que vivió los atentados a pocos metros. Cinco horas que en la vida de María del Mar Rozas han sido claves. “Diez años después mi vida ha cambiado mucho, me divorcié, fue mucho estrés”, relata desde Nueva York, “antes vivía en los suburbios pero ahora estoy en Manhattan”. Además, por su trabajo viaja “una o dos veces por semana” y comenta que ha cambiado mucho “la seguridad ya que permanentemente hay amenazas”. De hecho, recuerda una visita de su madre, “hace dos otros años, cuando se toparon con un accidente aéreo en Manhattan: la verdad es que el corazón te aprieta”.
La desaparición de las Torres Gemelas ha dejado “en enorme vacío en el corazón”, cada vez que pasa por la zona, e incluso ha hecho que esta almeriense, que estudió en el colegio Stella Maris antes de marcharse a estudiar a Madrid y a Estados Unidos, haya “perdido la orientación” ya que los emblemáticos edificios “era
El ex marido de María del Mar Rozas Peralta, Humberto, vio directamente el atentado ya que trabajaba frente a una de las torres (había trabajado años antes en el World Trade Center). Mientras conocía su paradero, María del Mar pasó las horas más angustiosas de su vida y diez años después reconoce que su vida ha cambiado muchísimo “en parte por el estrés que vivimos”.
Luis Ros Ortega recuerda esa angustia en los vecinos de Nueva Jersey, donde vive desde los años 70 y desde donde presenció la caída de las torres con su familia.
Las imágenes del terror más repetidas traen a estos tres almerienses los recuerdos más duros.
Emilio Cassinello. Vivió los atentados como cónsul general de España en Nueva York.
“Recuerdo que pensé que había demasiado humo para que fuera una colisión de una avioneta”. Emilio Cassinello Aubán salía de su casa el 11 de septiembre de 2001 camino al consulado y su chófer le comunicó que había habido un pequeño accidente en una torre, según había escuchado en la radio. “Cuando escuché el impacto en la segunda torre corrí hacia las oficinas con una obsesión: saber a que hora abría el Observatorio del World Trade Center, uno de los sitios más turísticos de Nueva York”. Respiró al saber que estaba cerrado. Su presentimiento no estaba equivocado: la tragedia podría haber sido peor para los turistas españoles, aquellos sobre los que Cassinello tenía responsabilidad, ya que un autobús esperaba a las puertas de las Torres Gemelas para entrar.
En el atentado murieron de hecho tres personas con pasaporte español que Emilio Cassinello nunca olvidará, y cerca de tres mil quedaron atrapadas. El consulado español estuvo siete días abierto permanentemente y se ofreció ayuda para aquellos que tenían previsto estar unos días y no contaban con sitio para quedarse más. “Fueron días muy dolorosos”, recuerda el cónsul de origen almeriense, “quizá la imagen más impactante fue la de aquellos que saltaron de las torres, hubo una pareja que lo hizo de la mano, pero también recuerdo las reuniones de barrio que intentaban volver a la vida normal; los carteles caseros buscando desaparecidos y cómo días después, cuando cambió el viento, no sólo vivimos la tragedia sino también la olimos...”
M. Mar Rozas Peralta. Su ex marido trabajaba frente a las torres. Logró salir de su edificio.
Cinco horas de angustia, sin saber dónde estaba su marido, que vivió los atentados a pocos metros. Cinco horas que en la vida de María del Mar Rozas han sido claves. “Diez años después mi vida ha cambiado mucho, me divorcié, fue mucho estrés”, relata desde Nueva York, “antes vivía en los suburbios pero ahora estoy en Manhattan”. Además, por su trabajo viaja “una o dos veces por semana” y comenta que ha cambiado mucho “la seguridad ya que permanentemente hay amenazas”. De hecho, recuerda una visita de su madre, “hace dos otros años, cuando se toparon con un accidente aéreo en Manhattan: la verdad es que el corazón te aprieta”.
La desaparición de las Torres Gemelas ha dejado “en enorme vacío en el corazón”, cada vez que pasa por la zona, e incluso ha hecho que esta almeriense, que estudió en el colegio Stella Maris antes de marcharse a estudiar a Madrid y a Estados Unidos, haya “perdido la orientación” ya que los emblemáticos edificios “era
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