Marta Rubí
23:12 • 24 sept. 2011
Hablan tan convencidos y con tanta madurez sobre su vocación que obligan a preguntar varias veces su edad. Los cinco nuevos jóvenes que han iniciado el primer curso de Teología en el Seminario Mayor de Almería y los cinco que han entrado en el Seminario Menor comparten la fe que han heredado de sus padres, “y que ha sido la clave de que estemos aquí”, y la valentía de haber dicho que sí a la llamada de Dios. Han llegado para aportar esperanza en un momento en que escasean las vocaciones. Sus caminos hasta el señorial edificio de la Avenida del Mediterráneo han sido sin embargo distintos.
Los mayores, los que han discernido una vocación firme y han iniciado ya su formación como futuros sacerdotes, tienen entre 17 y 20 años. Dos de ellos, Juan Antonio Artés y Emanuel Boros, provienen del Seminario Menor, mientras que sus compañeros vienen “de la calle”, tal como lo define José Antonio Rodríguez, aunque sí habían mantenido una estrecha relación con sus parroquias, sobre todo después de habrese confirmado.
Precisamente en las catequesis para el sacramento del Espíritu Santo se encontraron José María y Federico Parra que, además del apellido y una fuerte amistad, coincidieron en el día en que decidieron hacer pública su vocación: “Estábamos en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Huércal Overa, donde solíamos ir a misa juntos, y cuando fui a decirle que me iba al seminario, me lo dijo él a mí”, recuerda sonriente José María.
El momento de dar la noticia de su generosa decisión fue quizá más difícil para los cinco del seminario menor. Los cinco afirman sin embargo que sus padres están muy contentos, “y que se lo esperaban porque veníamos a las convivencias del preseminario o al campamento”. Sus familias los visitan todos los domingos y pasan en sus casas uno de cada dos fines de semana.
Daymer Leonardo Rodríguez (13), de Aguadulce, los hermanos Miguel Ángel (14) e Ismael (11) Montellano González, de Rioja, y Pablo María Marín (13 años) y Jesús Peña (14 años), de Roquetas de Mar, se apoyan unos a otros en su primer año viviendo en el seminario y estudiando en el colegio diocesano. Algunos ya conocían a seminaritas del Mayor y del Menor y se muestran “muy contentos” en sus primeros meses de experiencia vocacional.
Los mayores, los que han discernido una vocación firme y han iniciado ya su formación como futuros sacerdotes, tienen entre 17 y 20 años. Dos de ellos, Juan Antonio Artés y Emanuel Boros, provienen del Seminario Menor, mientras que sus compañeros vienen “de la calle”, tal como lo define José Antonio Rodríguez, aunque sí habían mantenido una estrecha relación con sus parroquias, sobre todo después de habrese confirmado.
Precisamente en las catequesis para el sacramento del Espíritu Santo se encontraron José María y Federico Parra que, además del apellido y una fuerte amistad, coincidieron en el día en que decidieron hacer pública su vocación: “Estábamos en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Huércal Overa, donde solíamos ir a misa juntos, y cuando fui a decirle que me iba al seminario, me lo dijo él a mí”, recuerda sonriente José María.
El momento de dar la noticia de su generosa decisión fue quizá más difícil para los cinco del seminario menor. Los cinco afirman sin embargo que sus padres están muy contentos, “y que se lo esperaban porque veníamos a las convivencias del preseminario o al campamento”. Sus familias los visitan todos los domingos y pasan en sus casas uno de cada dos fines de semana.
Daymer Leonardo Rodríguez (13), de Aguadulce, los hermanos Miguel Ángel (14) e Ismael (11) Montellano González, de Rioja, y Pablo María Marín (13 años) y Jesús Peña (14 años), de Roquetas de Mar, se apoyan unos a otros en su primer año viviendo en el seminario y estudiando en el colegio diocesano. Algunos ya conocían a seminaritas del Mayor y del Menor y se muestran “muy contentos” en sus primeros meses de experiencia vocacional.
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