Vuelven a su casa y se la encuentran con un cartel inmobiliario y desvalijada

Imagine que, después de todo un año trabajando, decide regresar a su casa de vacaciones situada en un enclave privilegiado como la playa de Vera. Al llegar a su vivienda con las maletas en la mano salta a la vista que algo no va bien. El cartel de una inmobiliaria le da la bienvenida y, al intentar entrar, se encuentra con que la cerradura no es la misma.

Eso es lo que le ha sucedido a una familia que reside en Madrid y desde hace varios años veranea en Vera Playa. Los afectados aseguran que no hay deudas de ningún tipo, ni hipotecas pendientes que justifiquen una sorpresa de este tipo. De hecho, al llegar al inmueble lo primero que pensaron fue que los ‘okupas’ habían hecho su aparición pero, una vez lograron entrar, la realidad era bien distinta o, en todo caso, los ‘okupas’ eran muy distintos a los que imaginaron.

Casa vaciada
Esta familia formada por un matrimonio y su hija llegaron el pasado miércoles a su vivienda vacacional y se encontraron con el panorama antes descrito. “No podíamos abrir y nos percatamos de que habían cambiado todas las cerraduras”, recuerda María López, miembro del matrimonio propietario. Lo primero que hicieron fue dar parte a la Policía y desplazarse hasta Garrucha, donde se encuentra la sucursal más cercana del grupo inmobiliario de ámbito nacional.

Una vez allí les dijeron que “no tenían ni idea” de lo sucedido, por lo que, tras interponer la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil, buscaron un cerrajero para acceder a la vivienda y  se encontraron con un panorama desolador. La casa había sido desvalijada de arriba a abajo. “Desde lo mayor a lo más mínimo. No había nada”, denuncia la afectada.

Primer contacto
Ante su “desesperación” y a la espera de noticias, optaron por rellenar uno de esos formularios que las empresas ponen a disposición de los clientes para devolverles la llamada en caso de que estén interesados en alguno de sus productos o servicios. Inmediatamente el marido de María recibió una llamada. Se hizo pasar por una persona interesada en esta vivienda. Cuando la operaria buscó dicho inmueble, éste apareció en el registro de la empresa pero la trabajadora les comunicó “que no estaba a la venta” y que “no sabían en qué situación estaba”. Fue entonces cuando el hombre se identificó como “el propietario de esa vivienda” y pidió las explicaciones oportunas. Cuando la empresa comprobó que la referencia catastral dada por los dueños no coincidía con la de la vivienda en cuestión que les pertenecería, reconocieron el “error” y les transmitieron que trabajarían para solucionarlo “lo antes posible”.

La otra empresa que se encargó de vaciar la vivienda se puso en contacto con la administradora preguntando cómo nos encontrábamos y hasta la fecha”, lamenta esta familia. Desde hace casi una semana no tienen rastro alguno sobre el paradero de los muebles. Ni de su televisión. Ni tan siquiera de sus macetas o de su ordenador portátil.  “Hasta la escobilla del baño”, enfatizó María López en una entrevista ayer en la SER.

Días atrás la empresa se puso por primera vez en contacto con la familia afectada. “Reconocían el error y nos pidieron que le pasáramos nosotros una lista con lo que nos faltaba. Una cosa increíble”. “Yo lo que quiero es que me dejen mi casa como se la encontraron y ver cómo me van a restituir los daños morales ocasionados”, explica María.

Durante este acercamiento, la empresa le pidió a la familia “que les pasáramos esa información, además de que se hacían cargo del hotel”. El mismo hotel que, desde el pasado miércoles 3 de julio, se ha convertido en la nueva casa de vacaciones obligada de esta familia.