El Observatorio de Calar Alto, el mayor observatorio óptico de Europa continental, ha sido, desde su fundación en 1973, uno de los motores de la astrofísica española. Situado en la Sierra de los Filabres, en Almería, a una altura de más de 2.100 metros, el observatorio afronta una considerable demanda energética derivada de su situación en alta montaña y de sus características tecnológicas.
En los próximos meses, y gracias a la financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Unión Europea (Feder), el observatorio llevará a cabo la sustitución parcial de sus fuentes de energía para reducir su huella ecológica.
"Debido a las características particulares de los entornos que rodean a los observatorios astronómicos profesionales, los gastos de electricidad y combustible son elevados –señala Jesús Aceituno, director del observatorio e investigador principal del proyecto–.
Con la implementación de la isla energética de Calar Alto pretendemos ser un referente mundial para otros observatorios profesionales como modelo de gestión que ayude al medio ambiente, con una reducción estimada de ciento sesenta toneladas de dióxido de carbono al año y la consecuente optimización de los gastos asociados".
El proyecto plantea la instalación de una caldera de biomasa que sustituya el uso de gasóleo para calefacción y agua caliente, de un sistema de producción de energía solar y la sustitución de los vehículos del observatorio por coches eléctricos.
Por ejemplo, el uso de biomasa supondrá un ahorro anual de 33.000 euros con respecto al coste actual, lo que se sumará al ahorro que implicará el autoconsumo a través del sistema de placas fotovoltaicas, que cubrirán las necesidades de las instalaciones en los periodos diurnos, que constituyen los más costosos de las tarifas energéticas.
Con la implementación de estas medidas se evitan las pérdidas debidas al transporte de energía, se aumenta la independencia de las compañías eléctricas y se reducen las emisiones de dióxido de carbono generadas en las centrales productoras.
Igualmente, se ha sustituido parte de la flota de coches por modelos eléctricos que, además de contaminar menos, pueden servir como plataforma de experimentación de estos vehículos en condiciones extremas.
“Este proyecto busca, por un lado, optimizar la manera en que consumimos y producimos energía en el observatorio y, por otro, demostrar que es posible garantizar el suministro energético en condiciones climatológicas extremas en una instalación de alta tecnología, en alta montaña, generando a la vez ahorro y reduciendo enormemente el impacto ambiental”, apunta Marco Azzaro, gestor del proyecto.
El proyecto está financiado por el programa Feder con referencia ICTS2017-07-CAHA-4 y el programa de ayuda a ICTS del subprograma estatal de infraestructuras científicas y técnicas y equipamiento con referencia CAHA-16-CE-3978.
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