Coexphal recomienda la retirada de pepino, calabacín y berenjena ante la crisis de precios

La Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería, Coexphal, celebraba ayer una asamblea extraordinaria para analizar la difícil situación de bajos precios que está atravesando el sector en la actualidad y que está obligando a los agricultores a vender sus productos por debajo de los costes de producción.

Desde Coexphal denuncian, que los mecanismos previstos por la Política Agraria Común en la Organización Común del Mercado de Frutas y Hortalizas no tienen ninguna posibilidad de prosperar, por ser incompletos, por estar fragmentada su aplicación en Estados o incluso regiones, cuando el mercado a regular tiene dimensión europea.

De este modo, los productores y comercializadores reunidos en la Asociación creen estar a la espera de que sólo un cambio de tiempo atmosférico que haga caer las temperaturas y reduzca la oferta, mejore los precios.

Sin embargo no quieren resignarse a no hacer nada y han acordado dar a conocer estos extremos, así como eliminar parte de las producciones que entran en sus almacenes que les es imposible vender, al no alcanzar los retornos mínimos para el productor y acumular pérdidas si son enviados al mercado.

Ante una situación que describen como “kafkiana”, donde se sabe que cualquier intento de regulación es perseguido por los servicios de Defensa de la Competencia que parecen estar al corriente acerca de para quien trabajan, desconociendo el oligopolio existente en el continente en el terreno de la distribución minorista y las prácticas abusivas de la misma en muchos casos.

Tradicionalmente esta situación se repite en estas fechas pero cada año la capacidad de resistencia del sector es menor porque “llueve sobre mojado” y el nivel de endeudamiento de los agricultores sobrepasa todos los límites.

Por tanto, las comercializadoras de Coexphal han acordado recomendar una retirada voluntaria de los productos más perjudicados, como son pepino, calabacín y berenjena. En concreto, de estos productos que se destruirá de forma voluntaria, se estima que entre un 15 y un 20% de la producción.