Estaba a esa hora del mediodía la mañana tranquila hoy en Garrucha: la gente tomando el café de media mañana en las terrazas o haciendo los mandados del día en la farmacia o en la panadería, cuando por el Malecón, a la altura del Ayuntamiento, se ha oído un estruendo, el de un Mercedes familiar chocando con el cemento del aparcamiento y después subiéndose a la jardinera y amenazando la integridad del pobre poeta ciego Antonio Cano Cervantes.
En ese momento, David Franco, concejal de Ciudadanos y gerente del bar restaurante Náutico, que se encontraba en la puerta comprado lotería al vecino Juan Miguel Haro 'el Rajao', se tapó los oídos tras el zambombazo y acercándose a ver qué había ocurrido, vio que el vehículo lejos de detenerse, seguía su marcha acelerada con la rueda hecha trizas. "Cuando ví que seguía y que iba haciendo vaivenes, no me lo pensé, agarré la moto mientras llamaba a la Policía", relata Franco.
El coche seguía su marcha incierta chocando con farolas, rayando vehículos aparcados, mientras el 'super edil' pitaba y pitaba avisando a los vecinos que pudieran cruzar la calle del peligro que les acechaba. En un momento pudo agarrar Franco el coche y aporrear el cristal pero la conductora de edad avanzada, aparentemente ebria, que iba dentro, hizo caso omiso a las advertencias y continuaba su marcha temeraria atravesando todo el Paseo Marítimo y girando por la rotonda del Mercadona y volviendo a dar la vuelta por la calle Mayor del pueblo.
La imagen era la siguiente: un coche descomunal dando tumbos por el asfalto, detrás el concejal garruchero de Inés Arrimadas dándole al claxon y los viandantes garrucheros observando sin dar crédito a esa procesión mañanera. Un policía local se colocó a la altura de Unicaja, en el centro de la calle Mayor, pero la conductora volvió a saltarse el alto a la torera, esquivando al agente con solvencia y continuando su camino como si nada estuviera ocurriendo con ella.
Por fin parece que decidió la señora que el espectáculo había finalizado a la altura de la rotonda del Lidl y de los pinos, cuando el bueno de David le volvió a dar el alto abriéndole el cristal. De inmediato, David quitó las llaves del contacto y consiguió por fin parar el caótico motor. Llegó el policía y detuvo a esta mujer residente en Garrucha, pero de nacionalidad presumiblemente inglesa.
Está por confirmar oficialmente si había ingerido alcohol, aunque según el concejal que se jugó el físico tras ella para evitar males mayores, daba muestras de ello. No hubo que lamentar ninguna desgracia personal en esta inesperada persecución callejera, cuando más tranquila parecía la mañana de martes en Garrucha, gracias, entre otras cosas al arrojo y la generosidad del concejal David Franco, que por un rato fue 'Superlarry'.
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