El pasado domingo el Obispo de Almería bendijo la nueva imagen
titular de la Purísima y la capilla de la Resurrección de la
parroquia albojense de la Concepción, dos importantes proyectos
artísticos que conmemoran el 165 aniversario de la dedicación del
templo y la beatificación de su Arcipreste mártir.
La pequeña María del Mar Pardo Chacón, en nombre de todos los
niños del barrio de la Loma de san Francisco, recibió al Obispo,
Adolfo González Montes, con una cálida bienvenida y un ramo de
flores con los colores de la bandera de la Santa Sede. Su gracioso
discurso fue secundado por las palmas entusiastas de algunos de sus
compañeros, así como por sus elaboradas pancartas, testimoniando la
alegría de estos niños que se preparan para recibir la Primera
Comunión en este difícil período de la pandemia.
Ya en el atrio de la Iglesia Parroquial de la Concepción, siguiendo
las rúbricas del Pontifical Romano, tuvo lugar la recepción
oficial. El párroco, Antonio Jesús María Saldaña Martínez, le
dio a besar la reliquia del beato Juan Ibáñez y le ofreció el agua
bendita. El Alcalde en funciones, José Campoy Fernández,
junto con tres ediles municipales y la Juez de Paz, María del Carmen
Martínez García, cumplimentaron al Prelado en su ingreso solemne
bajo los acordes de la tradicional Marcha de Infantes.
García Ibáñez: "Este es mi barrio; esta es mi parroquia"
Los fieles tuvieron ocasión de escuchar las explicaciones de Andrés
García Ibáñez acerca de sus dos nuevas obras. El prestigioso
artista, flanqueado por su madre y por su esposa, contextualizó el
enriquecimiento artístico de las dos nuevas piezas como una
continuidad con las pinturas que realizara hace más de dos décadas
en este mismo templo y que bendijo el anterior Obispo, Rosendo
Álvarez Gastón, el 8 de diciembre de 1999. Ofreció toda suerte de
detalles relativos al diseño y ejecución del nuevo retablo de la
Resurrección y de la nueva imagen de la Purísima.
Su intervención fue todo un alegato a la búsqueda de un arte sacro
que abrace las tendencias contemporáneas. Un arte que respete la
iconografía cristiana más clásica, pero que supere la ñoñería
decimonónica y se exprese con suficiente calidad artística.
Más allá de los interesantes detalles técnicos, Andrés García
Ibáñez permitió entrever la gran dosis de afecto vertida en ambos
proyectos. Haciendo uso de su memoria, evocó su infancia en la
próxima calle de la Concepción del barrio y su despertar artístico
en el artístico hogar de sus abuelos. No olvidó rendir homenaje al
canónigo Bartolomé Marín Fernández, bautizado en este mismo
templo, y al que reconoció como su verdadero mentor artístico.
Incluso, como llegó a rememorar, la primera de sus exposiciones tuvo
lugar en los salones parroquiales adyacentes durante su adolescencia.
Abriendo, finalmente, su corazón llegó a declarar: «Este es mi
barrio, esta es mi parroquia».
Sus palabras arrancaron un efusivo aplauso, así como el sincero
agradecimiento del Obispo que le hizo entrega de la bellísima
medalla en bronce confeccionada en Italia como recuerdo de la
beatificación de los Mártires de Almería.
La Santa Misa también fue concelebrada por el párroco albojense de
Santa María, Enrique Antonio Cortés Díaz, y el diácono Mariano
García Lamarca. Los cánticos, bellamente interpretados, fueron
dirigidos al órgano por el maestro José Masegosa. En su
homilía, el Obispo ahondó en el significado del periodo litúrgico
de la Pascua en que se desarrollaba la sagrada ceremonia y en la
importancia del testimonio que deben ofrecer los bautizados con una
enseñanza nítida del mensaje cristiano.
Con las oraciones del Prelado y la aspersión del agua bendecida,
fueron bendecidas tanto la imagen titular de la Purísima como la
capilla de la Resurrección. Una simpática procesión, caracterizada
por la comitiva de pequeños que portaban cirios y campanillas, marcó
la reserva del Santísimo Sacramento en la nueva capilla e inauguró
en ésta el culto sacramental.
El presidente de la Junta Parroquial Beato Juan Ibáñez, Antonio
Pardo Díaz, pronunció una vibrante acción de gracias que comenzó
con las palabras: «Hoy es un domingo grande y alegre».
En primer lugar agradeció al Prelado su reiterada solicitud pastoral y cercanía a lo largo de los tres años que ha durado el proyecto artístico. Con similar gratitud, mencionó a los que han hecho posible las obras de adecuación de los nuevos espacios y todos los que han entregado sus limosnas. Una a una, fue nombrando a las distintas empresas colaboradoras. Algunas de éstas, en no pocas ocasiones, han renunciado a buena parte de sus beneficios para contribuir a la causa. Tampoco olvidó mencionar al sacerdote Rafael Zurita Jiménez, fallecido el pasado mes de junio.
El secretario de la
Junta Parroquial, Juan Navarrete Ortega, levantó un acta
conmemorativa y, tras su firma, entregó una copia para el Archivo
Municipal de Albox. Una lápida marmórea, fijada sobre la puerta de
acceso a la sacristía, también preservará la memoria de esta
memorable jornada.
Nueva imagen de La Purísima
La nueva imagen de la Purísima fue encargada como acción de gracias
por el 165 aniversario de la dedicación del templo a este misterio
inmaculista de la Santísima Virgen, pues anteriormente el templo
estaba dedicado a Nuestra Señora de los Dolores desde su fundación
por el sacerdote Lázaro de Martos en el siglo XVIII. En 1856, como
homenaje al beato Pío IX, Sumo Pontífice en ese momento, se cambió
la titularidad del mismo.
Desde entonces, tres imágenes se han sucedido en la cabecera del
templo para representar a la Purísima. La primera, que provenía de
los frailes franciscanos, respondía los canónes salzillescos y fue
destruida durante la Persecución Religiosa del siglo XX en España.
En los años cuarenta se adquirió una sencilla imagen de cartón
piedra, carente de todo valor artístico y que estuvo expuesta al
culto hasta 1978. Ese año, con motivo de la reedificación del
templo por el párroco Juan Bretones, fue sustituida por una de mayor
envergadura; pero igualmente desprovista de mérito artístico. En el
año 1999, con la profunda reforma dirigida por el párroco Tomas
Cano Rodrigo, se optó por recuperar la imagen de los años cuarenta
que ha permanecido hasta hoy.
La obra de Andrés García Ibáñez, que alcanza los 180 centímetros,
ha sido tallada para protagonizar el ábside central y ocupar el
punto áureo del políptico ideado en 1999. De estilo naturalista, su
iconografía responde con absoluta fidelidad a los principios
inmaculistas de nuestro Siglo de Oro. La severidad de sus formas
enlaza directamente con las pinturas de Zurbarán, creando una
escultura de gran efecto pictórico y armonizada con los frescos del
ábside. Erguida sobre la media luna, las manos entrecruzadas bajo
los bucles del cabello, viste una rotunda capa azul que abraza una
túnica casi monacal. Una delicada aureola de doce estrellas
plateadas, también diseñada por el mismo artista, configura su
depurado ajuar.
Un retablo contemporáneo, pero que bebe influencias neoclásicas con
sus molduras y frontón partido, hacen de nimbo a la imagen de la
Purísima y coronan el conjunto con la Santa Cruz. Todo ha sido
confeccionado con maderas, lacadas de blanco impoluto. El conjunto
queda completado con dos nuevos lienzos, generosamente donados por
Andrés García Ibáñez. Ambos, que recogen los pasajes bíblicos
proclamados en la liturgia inmaculista, completan el mensaje. Se
tratan del Pecado Original, cuando nuestros primeros padres
rechazaron el plan de Dios, y la Anunciación, cuando la Virgen
Santísima aceptó el plan salvífico de Dios. Son dos lienzos
pletóricos de significado místico, que invitan al descubrimiento de
cada uno de los elementos que los componen.
Nueva capilla de La Resurrección
En la nave del Evangelio de la Iglesia Parroquial de la Concepción
se ha levantado la nueva capilla de la Resurreción, alrededor del
célebre fresco de Cristo Resucitado que pintó Andrés García
Ibáñez en 1999. El mismo artista ha diseñado dos retablos, uno en
yeso y otro en madera, que albergan desde el pasado domingo seis
nuevos lienzos salidos de sus pinceles. Esta magnífica obra se ha
realizado en homenaje al beato Juan Ibáñez Martínez, que fuera
párroco entre 1912 y 1936 y que fue beatificado por el Papa
Francisco el 25 de marzo de 2017. De hecho, es en esta capilla donde
reposan sus reliquias desde el 24 de junio de 2018.
Sobre la ampliada meseta, de mármol blanco de Macael, se levanta el altar de mármoles blanco y rosado. En su base, una reproducción de la Cruz de la Victoria rinde tributo a la Iglesia visigótica que feneció con la invasión islámica. Encima, las cuatro columnas del retablo de dos calles y su frontón. El dorado, especialmente en los grutescos, proporciona suntuosidad al blanco del yeso. Las escenas de la Última Cena y de los Discípulos de Emaús, junto a varias alegorías eucarísticas, dan testimonio de su mensaje sacramental. Dos lámparas de plata ofrecidas por la Cofradía de san Juan Evangelista, perpetuamente encendidas, proclaman la real presencia de Cristo en el sagrario. En la pared contigua, un arcosolio de mármol custodia el cuerpo del beato Juan Ibáñez. Sobre éste se observa un sencillo retablo de madera para resaltar el grandioso lienzo del Mártir y una corona votiva en plata con signos sacerdotales. Todo está protegido con una artística rejería, que completa y cierra la ya existente desde hacía dos décadas.
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