Huércal-Overa

170 aniversario del Cura Valera como párroco de Huércal-Overa

El 18 de marzo, el Papa Francisco respaldó el proceso de beatificación del huercalense

Salvador Valera Parra, el Cura Valera.
Salvador Valera Parra, el Cura Valera. La Voz
José Luis Cuadrado
15:57 • 08 jun. 2021

El pasado 18 de marzo, el Papa Francisco declaraba que D. Salvador Valera Parra, (Huércal-Overa, 1816-1889) había vivido de forma heroica las virtudes cristianas y sacerdotales y era merecedor del título de venerable. Era un paso fundamental en su proceso de beatificación, que los huercalenses esperan que se resuelva pronto. Sólo falta que el milagro que se le atribuye en Providence (Estados Unidos) sea aceptado como tal por Congregación para las Causas de los Santos.



 



Va a hacer un año que los herederos de Ginés Sevilla Cánovas, descendientes de Diego Miguel Valera Parra, hermano de D. Salvador, donaron al archivo municipal del Ayuntamiento de Huércal-Overa un documento muy valioso para un conocimiento más profundo de la biografía del Cura Valera. Se trata de las diligencias practicadas para su toma de posesión del curato de Huércal-Overa el 8 de junio de 1851. Hoy se cumplen 170 años de tan importante acontecimiento en la vida del venerable sacerdote y en las de los que fueron sus feligreses. Conocemos ahora el procedimiento seguido y a algunos de sus protagonistas.

Era D. Salvador cura ecónomo de la parroquia de San Lázaro de Alhama de Murcia, cuando ganó las oposiciones al curato de su pueblo. El 30 de abril de 1851, por real cédula, Isabel II lo nombra para que rija la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción. El nuevo concordato entre el Estado español y la Santa Sede se había firmado unas semanas antes y dentro de sus disposiciones a la reina le correspondía proveer las vacantes en los meses apostólicos. Al obispo de Cartagena, D. Mariano Barrio, le pertenecía, por su parte, ejecutar la colación y canónica institución del beneficio. Así, nos dice el documento, D. Salvador Valera compareció el 2 de junio en el palacio episcopal de Murcia y aceptó el cargo “por imposición de un Bonete que estando de rodillas, pusimos sobre su cabeza, y le investimos en él”.




Acto seguido, el párroco hizo profesión de fe y juró obediencia y sumisión al obispo y a sus sucesores. Finalmente, D. Mariano Barrio mandaba que se le entregara la posesión real del curato. Fue D. Mariano de Mena García, también huercalense y que acababa de ser nombrado cura propio de la parroquia que el Cura Valera dejaba en Alhama, quien le diera la posesión. Levantaría acta de todo el procedimiento el notario D. Miguel Sánchez-Rubio y García. La identidad del clérigo y del notario en estos hechos nos era desconocida hasta ahora.



 



La escritura de posesión canónica es muy pormenorizada en su descripción de todos los trámites. Resumimos. En primer lugar, el 8 de junio de 1851 y en Huércal-Overa, D. Salvador entregará a Miguel Sánchez-Rubio la real cédula y el despacho del obispo y éste se los leerá a D. Mariano de Mena, que queda enterado de sus contenidos y pide que se ejecute lo que ordenan. Marcará también las cinco de la tarde de dicho día para el comienzo del acto, “donde concurrirá el Clero al toque de Campana y en dicha Iglesia”.



 



Así, a tal hora se encontraba ya el Cura Valera en la puerta de la iglesia, “adonde concurrió un numeroso concurso del Pueblo y la Autoridad de la misma”. Era alcalde entonces Juan Sánchez Castañeda, uno de los hacendados más prósperos de la localidad. No nos debe extrañar la abundante asistencia de vecinos, pues desde muy joven las virtudes del nuevo sacerdote fueron evidentes a los huercalenses. Comenzó la ceremonia tomando D. Mariano de Mena a D. Salvador de la mano e introduciéndole en el templo.

Tras un momento de oración, se leyeron la real cédula y el despacho del obispo en voz alta y se pasó a la sacristía donde el párroco entrante se revistió con la capa pluvial. Después tomó posesión de la pila bautismal, donde bautizó a un niño. Lo mismo hizo con respecto al sagrario, confesionario, púlpito y sillón presidencial del clero. Finalmente, volvió a la sacristía y concluyó el acto.

 

Comenzó entonces en la villa la fructífera labor espiritual y pública del Cura Valera. O como decimos en Huércal-Overa: del Santo Cura Valera.


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