José Antonio Arcos
07:00 • 23 feb. 2012
No existe el invernadero perfecto para el conjunto del campo almeriense. Existe un invernadero ideal para cada tipo de cultivo. Es la hipótesis de la que parte un trabajo de investigación de la Universidad de Almería, liderado por Francisco Camacho, catedrático de Producción Vegetal y director de la Cátedra Cajamar.
“Se trata de analizar si la mejora de las estructuras conlleva una mejora de la rentabilidad económica”, expresa Camacho.
Los primeros estudios preliminares de este catedrático nijareño apuntan a que los requerimientos de cada cultivo son distintos y, por lo tanto, el desembolso económico de modernizar un invernadero, por ejemplo, de tomate no es el mismo que el necesario para un cultivo de pimiento. Incluso se apunta a la posibilidad de que solo sean necesarias “pequeñas reformas” para poner en condiciones óptimas el invernadero. “Es posible que invernaderos más baratos den mejores resultados”, añade.
Esta idea responde y da una solución al prejuicio que tienen muchos agricultores, que rehuyen de la modernización de sus fincas al considerarla desorbitada y difícilmente amortizable.
Según este proyecto investigador, que estará acabado en 2013, se pueden distinguir tres posibles tipos ideales de invernadero para Almería. Por un lado, una finca que cultive pepino, berenjena o tomate. Esta estructura requeriría una altura superior a la de otras hortalizas, entre otras características (luz, humedad, agua, etc). En segundo lugar, el cultivo de pimiento y judía (altura media) y, por último, calabacín, melón o sandía tendrían su propia estructura ideal.
“Hay que ir hacia la especialización”, subraya Camacho.
Cátedra Cajamar
Este catedrático es el director de la Cátedra Cajamar de Economía y Agroalimentación de la Universidad de Almería. Dicha cátedra ha ido dirigida hasta ahora a licenciados e ingenieros mejicanos en horticultura, pero a partir de mayo la próxima edición se ampliará a otros países latinoamericanos.
“El año pasado hubo 267 alumnos y ya hay más de 650 titulados en México que son especialistas por nuestra Universidad”, apunta.
“Se trata de analizar si la mejora de las estructuras conlleva una mejora de la rentabilidad económica”, expresa Camacho.
Los primeros estudios preliminares de este catedrático nijareño apuntan a que los requerimientos de cada cultivo son distintos y, por lo tanto, el desembolso económico de modernizar un invernadero, por ejemplo, de tomate no es el mismo que el necesario para un cultivo de pimiento. Incluso se apunta a la posibilidad de que solo sean necesarias “pequeñas reformas” para poner en condiciones óptimas el invernadero. “Es posible que invernaderos más baratos den mejores resultados”, añade.
Esta idea responde y da una solución al prejuicio que tienen muchos agricultores, que rehuyen de la modernización de sus fincas al considerarla desorbitada y difícilmente amortizable.
Según este proyecto investigador, que estará acabado en 2013, se pueden distinguir tres posibles tipos ideales de invernadero para Almería. Por un lado, una finca que cultive pepino, berenjena o tomate. Esta estructura requeriría una altura superior a la de otras hortalizas, entre otras características (luz, humedad, agua, etc). En segundo lugar, el cultivo de pimiento y judía (altura media) y, por último, calabacín, melón o sandía tendrían su propia estructura ideal.
“Hay que ir hacia la especialización”, subraya Camacho.
Cátedra Cajamar
Este catedrático es el director de la Cátedra Cajamar de Economía y Agroalimentación de la Universidad de Almería. Dicha cátedra ha ido dirigida hasta ahora a licenciados e ingenieros mejicanos en horticultura, pero a partir de mayo la próxima edición se ampliará a otros países latinoamericanos.
“El año pasado hubo 267 alumnos y ya hay más de 650 titulados en México que son especialistas por nuestra Universidad”, apunta.
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