Leonard Prior se ha ido tal y como vivió los últimos años de su vida: sin hacer ruido. Algo paradójico teniendo en cuenta que fue un gran estruendo lo que hizo que su nombre ocupara cientos de titulares. El mismo estruendo que allá por 2008 echó abajo su casa y su vida.
El miembro del matrimonio Prior se convirtió sin quererlo, junto a su mujer Hellen, en un mártir y abanderado de los afectados por la corrupción urbanística en el Almanzora y el Levante. Podemos llamarle corrupción urbanística o bien, usando un lenguaje más claro, un ‘negociazo’ a base de engañar a compradores llegados de otros países, a los que se les pidió los ahorros de su vida para comprar una casa que carecía de licencia, que estaba situada en un terreno no urbanizable o ambas cosas.
El precedente
Lamentablemente, decenas de esas construcciones acabaron a los pocos años reducidas a escombros. La primera, la que destapó la inmensa problemática urbanística y social que estaba por llegar, fue la de los Prior, situada en el municipio de Vera y cuya licencia fue declara nula por la Justicia.
El drama de esta demolición dio la vuelta al país pero las dentelladas con las que la maquinaria iba arrancando cachos de su casa no significaron el final de su historia. Más bien el principio. Porque Leonard Prior nunca renegó de este país. Junto a su mujer, eligió invertir sus ahorros en venir a vivir al sur de Europa y lo que recibió a cambio fueron incontables noches de insomnio y angustia.
Ni eso fue suficiente para que Leonard y Hellen volvieran a su tierra natal. Seguros como estaban de su inocencia, se agarraron a sus últimas pertenencias. Aquello que las máquinas que destrozaron su casa, enormes como los molinos de Don Quijote, consideraban demasiado nimio como para llevarse por delante. Y allí, en su garaje y con una caravana haciendo las veces de cuarto de baño, continuaron con su vida.
Lo que siguió a lo sucedido en 2008 fue una extensión de la pesadilla que duró exactamente una década. Eso sí, tras diez años de lucha judicial, los Prior recibieron en 2018 una indemnización de 235.808 euros aportados por el Ayuntamiento de Vera (que un año antes les llegó a pedir las costas del juicio) en aquel entonces presidido por Félix López. Una cantidad considerablemente inferior a los 700.000 euros que reclamaban.
Abanderado
Sin embargo, el poco deseado protagonismo de los Prior no debe confundirse con ostracismo. Pese a ser poco amigos de las entrevistas o grandes titulares, asumieron la responsabilidad que sin querer les llegó y se erigieron como abanderados de la lucha de miles de afectados que les siguieron a ellos por las casas fuera de ordenación, la mayoría británicos.
No dudaron en desplazarse hasta el Senado para ser testigos directos de cómo, aunque tarde, la clase política iba abriendo los ojos gracias a su insistencia y aprobando medidas que reparasen esta situación urbanística. Gerardo Vázquez, durante años abogados de la asociación Abusos Urbanísticos Almanzora-No (AUAN) y que compartió innumerables momentos con Leonard, le describe como “una buena persona, un símbolo de superación y de la lucha por traer la sensatez al mercado inmobiliario”.
En definitiva, una persona “que ayudó a cambiar las cosas”. En una de sus últimas intervenciones públicas su mujer, Hellen, reconoció que “cada día nos miramos el uno al otro y nos preguntamos: ¿por qué nosotros?”. Desde este jueves no tiene con quién hacerse esa pregunta, pero sabe de sobra que Leonard se ha ido con la convicción de que ellos fueron los únicos inocentes en esta historia de una vida truncada cuando sólo buscaban el paraíso.
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