Comprar hoy una sandía de cinco kilos en cualquier supermercado cuesta no menos de 6,5 euros, aunque puede superar ampliamente los 8, atendiendo a su calidad, y puede subir mucho más si se compra partida. Son precios que casi triplican los del año pasado por estas mismas fechas y que han convertido a esta típica fruta veraniega, tan asequible en otros tiempos, en prácticamente un producto de lujo por distintos motivos.
Esta subida de los precios ha convertido también a la sandía en uno de los productos más codiciados para el robo, como ya están comprobando, lamentablemente, los agricultores almerienses que están recogiendo sandías estos días, especialmente en la comarca del Levante y en cultivos al aire libre, puesto que en los invernaderos del Poniente y Almería su recolección ya prácticamente ha finalizado.
“Hace dos días el vigilante de la finca pilló a un ladrón con más de 1.000 kilos en una furgoneta en Palomares. Porque ahora no es como antes, cuando se llevaban unas cuantas frutas, sino que vienen de fuera con grandes vehículos y en una noche se arrasan parcelas enteras; se las llevan por toneladas, hasta 2.000 kilos de golpe”, afirma Pascual Soler, ex presidente de Asaja en Almería, aún miembro de esta asociación y propietario junto a su familia de una finca de 40 hectáreas en las que estos días están recolectando sandías.
Pero este robo no es un hecho excepcional, puesto que reconoce que están aumentando a medida que suben los precios de la fruta, y a pesar de que su finca, como en la de los 300 agricultores agrupados en la SAT Palomasol, dispone de un servicio de vigilancia privada durante las 24 horas del día.
“El incremento de los robos ha hecho que aparte de esta vigilancia, muchas empresas disponen también la suya propia mediante agricultores o empleados que patrullan en sus vehículos”, señala.
Venta ambulante
La sandía robada se vende luego en venta ambulante, bien en mercadillos o incluso en carreteras o cualquier plaza, siempre de difícil control.
Pero aunque los robos aumentan con la subida de precios, tampoco son cosa de este año, puesto que los agricultores se vienen quejando al menos desde hace más de una década. En junio de 2011, por ejemplo, el propio Soler asistió a una reunión entre agrupaciones de agricultores de la comarca con el entonces alcalde de Cuevas del Almanzora, Jesús Caicedo, y responsables de la Policía Local y la Guardia Civil, en la que se acordó solicitar el refuerzo de las fuerzas policiales y que en las épocas de recolección se desarrollara un programa de vigilancia que supondría una mayor presencia en las zonas de riesgo.
Once años después, la situación no parece haber mejorado, de forma que muchos agricultores se muestran remisos a presentar denuncias cuando son víctimas de robo. “Lo único que conseguimos, en el mejor de los casos, es esperar dos o tres horas en el cuartel de la Guardia Civil, porque tienen muy pocos efectivos. Luego tienes que ir al juzgado, a declarar, después al juicio, y luego para que pongan al ladrón una multa de 10 euros. En resumidas cuentas si denunciamos lo único que conseguimos son molestias y ningún resultado”, se lamenta Soler, quien a pesar de todo reconoce que siempre debería recomendarse la denuncia.
“Sí, hay que denunciar, pero los agricultores también necesitamos apoyo, y desde Asaja lo hemos pedido muchas veces, en los ayuntamientos o a la Subdelegación del Gobierno, pero nunca hemos conseguido gran cosa”. Según dice, la excusa es siempre la falta de efectivos. “Vale, lo entendemos, pero nosotros pagamos impuestos como el primero y también queremos servicios”, exclama.
Casi un 90% más cara
Los datos del Ministerio de Agricultura precisan que la sandía vale casi un 90% más que en junio de 2021 y el melón cerca de un 70% más. Esto se traduce en que el kilo de la sandía en los supermercados ronda los 1,50 euros y el del melón incluso llega o supera los 2 euros.
Pese al aumento del precio de la sandía en los supermercado, el que reciben los agricultores no ha subido en la misma proporción. Según Asaja, actualmente el agricultor almeriense recibe hoy entre 35 y 40 céntimos por kilo. Son precios que según la organización estarían en el límite para que su cultivo resulte rentable.
Quedarse a dormir en el invernadero
Inmaculada Idiáñez, responsable de Igualdad y Mujer de COAG y presidenta de CERES, es una de las pocas agricultoras que tienen cultivadas sandías tardías en la zona de Almería, en concreto una hectárea de cultivo ecológico invernada en La Cañada. Ella reconoce que siempre ha habido robos, pero que con estos precios se disparan.
Es por ello por lo que el miedo de los agricultores les lleva, como reconoce, a llevar el máximo sigilo sobre su producción e incluso a decir a sus vecinos que no tienen sandias o a ocultar por todos los medios el momento en que va a recolectar, para evitar que se corra la voz.
Y cuando se acerca el momento de la recogida, lo tiene claro: “En ese momento tendré que quedarme a dormir en el invernadero o pagar a alguien para que los vigile, porque ahora te pueden robar una gran cantidad de fruta en una sola noche”, dice.
Idiáñez también se muestra sorprendida por el precio de la sandía en el mercado: “Anoche veía cómo un trozo en un súper estaba por encima de los siete euros”.
Una barbaridad que no se traduce en un mayor dinero para el agricultor: “Los ínsumos nos han subido un 30%, también la luz y el agua, con lo que muchas veces trabajamos gratis y encima tenemos que poner dinero. En realidad, el aumento de los precios en el punto de venta final casi nunca repercute en el productor”, se lamenta.
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