Contraer matrimonio hace
cuatro, cinco o seis décadas no siempre era plato de buen gusto,
como se pudiera pensar. En algunas circunstancias, como cuando uno de
los miembros de la pareja volvía a casarse tras quedar viudo, se
organizaban las llamadas ‘cencerradas’ que consistían en
acosarle a base de hacer ruido y lanzarle improperios. Sobra decir
también qué ocurría si los comprometidos
llegaban al altar esperando ya un hijo.
Hoy
las cosas han cambiado. Sin embargo, muchas parejas se quedaron sin
un recuerdo lo más amable posible de lo que debería ser un día
inolvidable. Ahora, tanto esas parejas como las que sí disfrutaron
plenamente de ese día, tienen la oportunidad de revivirlo gracias a
una iniciativa del fotógrafo y responsable del Centro Guadalinfo de
Cantoria, Andrés Carrillo.
Nada menos que setenta parejas han solicitado ya formar parte de los reportajes fotográficos en los que se basa este proyecto con la intención de realizar posteriormente una exposición con el resultado de las sesiones. El único requisito es la longevidad del matrimonio, que debe llevar 45 años o más casados.
“Es
una iniciativa para tener un legado fotográfico y que esa exposición
sirva también para decorar el Centro de Participación Activa que se inauguró hace unos meses. Qué mejor que con este proyecto”,
resume Carrillo.
En la propuesta no sólo han solicitado
participar quienes continúan residiendo en Cantoria sino
otras parejas a las que el destino les llevó lejos de su tierra pero
que quieren regresar para formar parte de este proyecto. Desde luego
no faltan casuísticas de todo tipo entre las motivaciones que han
hecho que más de un centenar de cantorianos quieran formar parte de
esta idea. “Una de las parejas lleva más de 60 años y en aquel
momento el fotógrafo que había en Cantoria se puso malo y se
quedaron sin fotografías”, explica el responsable de la
iniciativa.
Eso
sí, no todas las imágenes van a tener el altar de la espectacular
iglesia de Cantoria, tal y como relata Andrés Carrillo. “Cada
pareja tendrá la fotografía que elija en la exposición acompañada incluso
por la original en tamaño pequeño, por lo que se harán las fotografías donde
quieran. Unos en la iglesia pero hay muchos de cuando antes el novio
‘se llevaba’ a la novia, aunque fuera a la acera de enfrente
aunque como en muchas noches que me han contado el novio dormía con
la abuela o el abuelo y ella con la madre, por lo que no pasaba
nada”, aunque eso no libraba a los enamorados de casarse “o bien
en el sagrario, en la sacristía o incluso a puerta cerrada”.
Historias
que se repetirán, al menos en cuanto a su escenario y protagonistas,
décadas después y que ya han logrado emocionar a quienes han pedido
rememorar estos momentos con el simple hecho de revivirlos en su
memoria. Pronto, quedarán inmortalizados en una exposición que sin
duda será única.
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