La magia del flamenco conquista la Antigua Azucarera de Adra

El salón de actos de la Antigua Azucarera de Adra albergó en la noche del pasado viernes el último a los actos programados durante el mes de febrero con motivo de la celebración del medio siglo de la Peña Flamenca 'Adra La Torre'. Cuando hay profesionales de esto, cuando se ve y se palpa que son distintos, que tienen su personalidad, hasta los errores si es que los tienen como todos, son bonitos. El flamenco perfecto, no sería flamenco.

Asistieron el Alcalde de Adra, Manuel Cortés, que dirigió unas palabras a los presentes, junto a parte de miembros de su corporación. Así mismo, representantes de otras peñas flamencas provenientes de toda la provincia almeriense. No cabía un alfiler agotándose todo el papel. Se adornó un escenario muy flamenco para la ocasión por parte de Decoración Mayor.

Abrieron los chicos y chicas de la Escuela Municipal de Adra Zambra que dieron apertura a una noche que prometía con baile, toque y cante. Zambra es la caña desde la punta del tacón a las pestañas.

Asumió la dirección artística su directora Rocío Bogas y el cante de Nuria Valerino, la cantaora en cuya garganta rompen las olas de las playas de Adra, con toda la fuerza que transmite su ser. La guitarra de Ramón Rivera preñó con sus cuerdas la noche marcando el compás. Los alumnos hicieron el resto sabiendo conjugar con el cuerpo, la cara y los pies, tocando las fibras del respetable que asistió al ritual. Lo clavaron.

A continuación, le tocó el turno al cantaor de la Puebla de Cazalla, Pepe 'El Boleco', que estuvo acompañado del guitarrista Julio Romero, interpretando los cantes esenciales y el flamenco de raíz con su voz que suena a viejo cante recio. Voz de un adolescente y entrega radical de un hombre. Arrancó por Tonás con buen sabor. Meció los cantes con un estilo enraizado en la ortodoxia por Agujetas, Manuel Torre, Chocolate, Camarón, o Manolo Caracol. El público estaba contento. Incluso se levantó a aplaudir un manojo de fandangos bien cantaos de pie y sin micro llevándose en el bolsillo los corazones de los presentes a cambio de entregar el suyo en cada quejío. Colocó la voz donde se le antojaba. Imprevisible, genial. Así finalizó.

Antonio Reyes hacia acto de presencia por tercera ocasión en la Ciudad de Adra. Lo hizo con su voz dulce y de largo recorrido donde no le impedía perderse en lo melódico y modular el cante sembrándolo. Crujió demostrando su herencia al acordarse del reciente fallecimiento de José Cortés "Pansequito", que tenía parentesco paterno.

Antonio Reyes, permítanme, es un cantaor de una pieza que huele a barrica. El Chiclanero es sin duda una de las grandes figuras del Cante Flamenco contemporáneo. Un cantaor que no admite discusiones y qué desde hace mucho tiempo entró en el Templo de los Dioses. Garrapiñó cada estrofa. No para de pegarte pellizcos.

El público disfrutó y eso es lo que cuenta y se pretende. Volaron los olés. Cataratas por Seguiriyas, afluentes de Soleá y ríos por Alegrías. Antonio Reyes, es la voz de azúcar. Estuvo acompañado a la guitarra por su hijo Nono Reyes que ya viene apuntando maneras por la senda del sabor. Agarró fuerte su guitarra y dio rienda suelta a recrear falsetas. A las palmas, la bailaora Patricia Valdés, esposa del cantaor y su hermano, Juan Ramón Reyes.

Por tanto, noches así ponen en valor lo que son las noches buenas de cante, para que los que vivimos en esta bendita tierra y no nos creamos que esto es tan fácil. El esfuerzo de toda la Directiva presidida por José Moreno Jiménez es enorme para mantener a flote a tan venerable buque insignia del flamenco en Adra.

Y la prueba de todo ello estará también patente con la continuación de su programación, ya confeccionada, durante todo el mes de marzo en la Peña Flamenca Adra La Torre. Esto no ha hecho más que empezar.