Los frescos de la capilla de la Virgen del Carmen de Garrucha han vuelto a renacer; ahí están de nuevo las tonalidades recién brotadas, los colores que han abandonado su vieja palidez; ahí están, sobre el arco del altar de la ermita garruchera, las mujeres de los pescadores como vueltas a la vida, con sus manos juntas rezando para que el temporal amaine, en la misma orilla de la playa, con sus escapularios al cuello, con sus pañuelos protegiendo el cabello de la humedad de las olas; ahí se ven también sus hijos mozos con las manos sosteniendo canastos de fresco pescado mirando al horizonte marino.
Y en el otro lado de la pared sagrada, los marineros, los pescadores, representados con los remos sobre los hombros, con sus caras asurcadas por el salitre, con sus hijas al lado dándoles compaña. Ahí están esas estampas marineras, tal como las urdió el pintor murciano Manuel Muñoz Barberán hace ahora 65 años y ahí está el trabajo del artista Clemente Gerez, el resucitador de esos colores, de esos perfiles, de esas figuras de argonautas garrucheros, el artífice de que la humedad no haya acabado con ellos.
Clemente Gerez ha trabajado duro durante dos meses para que nada sobrara, para que nada faltara en esos rostros tan queridos por los feligreses del pueblo, respetando el trabajo original del autor, estando, pero sin dar la sensación de estar. Ha trabajado sobre la pared blanca incorporando un tablero marino antihumedad, con una cámara de aire a la sacristía. El pasado domingo la restauración fue bendecida por el anterior párroco de Garrucha, don Domingo Fernández Navarrete, acompañado de su sucesor, don José María Parra Verdú.
Félix Clemente Gerez, pintor natural de Garrucha conocido como el artista de la luz, ha llevado a cabo numerosas restauraciones en los templos de su pueblo como los frescos de Luis Cañadas en el Altar Mayor de la Iglesia Parroquial de San Joaquín y también la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de Garrucha desde 1951. En Carboneras rehabilitó a su patrón San Antonio.
El autor de los frescos de la ermita, Manuel Muñoz Barberán, llegó a Garrucha de niño desde Lorca, porque a su madre, Bibiana Barberán, la nombraron telefonista del pueblo. En 1958 volvió a Garrucha convertido en pintor y es cuando realizó los frescos de la capilla -ahora restaurados- por encargo del donante del solar donde se construyó el templo, el empresario Francisco Gea Perona.
El arqueólogo de la pintura
Uno de los rasgos más característicos de Clemente Gerez es la labor de arqueología que denotan sus creaciones. El artista garruchero siempre sorprende como un notario del tiempo, como un viejo escriba egipcio que da fe de un mundo que se nos está yendo, que se nos ha ido, y que él atrapa antes de que caiga en el abismo. Dentro de unos años, esos cuadros de Clemente servirán para decir: así era la vida antes, en este pueblo de pescadores, de marinos, de patrones, una vieja villa convertida ahora en una ciudad de más de 10.000 habitantes. Ahí estarán las mujeres con candiles en la playa, los mulos con los cantaros de agua por la calle. Todo eso que el autor inventa en su estudio del malecón alto, entre espátulas y témperas, donde medra una buganvilla por la pared blanca, bajo una palmera africana que observa al pintor cuando abre la puerta en forma de arco moruno.
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