María Medina
07:00 • 17 abr. 2012
Entre tres y cuatro mujeres almerienses portadoras de hemofilia son derivadas cada año a la Unidad de Reproducción Asistida del hospital Virgen del Rocío de Sevilla para elegir el sexo de sus hijos. Evitan así que su herencia genética pase a sus bebés en el que caso de que estos fueran varones.
Coincidiendo ayer con el Día Mundial de la Hemofilia, el responsable de coagulación y el jefe de la Unidad de Hematología de Torrecárdenas, Francisco Giménez Garrido y Antonio Gracia Escudero, recuerdan la importancia de detectar la enfermedad cuanto antes, para iniciar un tratamiento que evite a los niños perder sus articulaciones.
La hemofilia es una enfermedad de la sangre que no permite una coagulación adecuada y, por tanto, provoca acumulación de sangre en las articulaciones. Si esta no se retira a tiempo y se medica al paciente, la articulación puede quedar muy resentida y el paciente terminar con una discapacidad.
El Complejo Hospitalario Torrecárdenas, centro de referencia para los hemofílicos de toda la provincia, tiene diagnosticados y, por tanto, controlados a treinta y un pacientes con hemofilia. Todos varones. Y es que, lo habitual es que las mujeres sean portadoras de la enfermedad, pero no la sufren. De ahí, la importancia del estudio genético para dilucidar si son o no portadoras de la enfermedad que bien podrán pasar a sus hijos.
Una vez detectada la enfermedad, los niños son tratados con factor 8 (el hemoderivado que les falta y que les da problemas de coagulación). La inyección de este factor (hoy desarrollado químicamente en laboratorio) se realiza cada dos o tres días. Esto obliga a los niños a acudir al hospital tres o cuatro veces a la semana, sobre todo, en el primer año de vida tras el diagnóstico.
Cuando ya tienen más edad, se inyectan en casa con la ayuda de sus padres y después, de adolescentes, pueden hacerlo ellos mismos, asegura Francisco Giménez Garrido. Médico adjunto es el responsable de toda la sección de coagulación de la Unidad de Hematología.
De hecho, Giménez recuerda que la hemofilia no es una enfermedad mortal, pero sí requiere de un tratamiento adecuado. Tratamiento que, por otra parte, es caro.
El problema puede surgir cuando el paciente se convierte en resistente al tratamiento y ese factor 8 que le falta en sangre y que se le administra de forma artificial no le hace el efecto que debiera. En esos casos, ocurre a dos de cada diez hemofílicos, el hematólogo tiene que recurrir a otro factor sanguíneo (el 7) que tiene menos permanencia y, por tanto, ha de inyectarse con mayor frecuencia.
Coincidiendo ayer con el Día Mundial de la Hemofilia, el responsable de coagulación y el jefe de la Unidad de Hematología de Torrecárdenas, Francisco Giménez Garrido y Antonio Gracia Escudero, recuerdan la importancia de detectar la enfermedad cuanto antes, para iniciar un tratamiento que evite a los niños perder sus articulaciones.
La hemofilia es una enfermedad de la sangre que no permite una coagulación adecuada y, por tanto, provoca acumulación de sangre en las articulaciones. Si esta no se retira a tiempo y se medica al paciente, la articulación puede quedar muy resentida y el paciente terminar con una discapacidad.
El Complejo Hospitalario Torrecárdenas, centro de referencia para los hemofílicos de toda la provincia, tiene diagnosticados y, por tanto, controlados a treinta y un pacientes con hemofilia. Todos varones. Y es que, lo habitual es que las mujeres sean portadoras de la enfermedad, pero no la sufren. De ahí, la importancia del estudio genético para dilucidar si son o no portadoras de la enfermedad que bien podrán pasar a sus hijos.
Una vez detectada la enfermedad, los niños son tratados con factor 8 (el hemoderivado que les falta y que les da problemas de coagulación). La inyección de este factor (hoy desarrollado químicamente en laboratorio) se realiza cada dos o tres días. Esto obliga a los niños a acudir al hospital tres o cuatro veces a la semana, sobre todo, en el primer año de vida tras el diagnóstico.
Cuando ya tienen más edad, se inyectan en casa con la ayuda de sus padres y después, de adolescentes, pueden hacerlo ellos mismos, asegura Francisco Giménez Garrido. Médico adjunto es el responsable de toda la sección de coagulación de la Unidad de Hematología.
De hecho, Giménez recuerda que la hemofilia no es una enfermedad mortal, pero sí requiere de un tratamiento adecuado. Tratamiento que, por otra parte, es caro.
El problema puede surgir cuando el paciente se convierte en resistente al tratamiento y ese factor 8 que le falta en sangre y que se le administra de forma artificial no le hace el efecto que debiera. En esos casos, ocurre a dos de cada diez hemofílicos, el hematólogo tiene que recurrir a otro factor sanguíneo (el 7) que tiene menos permanencia y, por tanto, ha de inyectarse con mayor frecuencia.
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