Liliputienses contra gigantes

Liliputienses contra gigantes

Manuel Leon
01:00 • 19 abr. 2012
Hay iconos que nunca cambian en la Expo almeriense: el paseo inaugural que siempre se hace eterno, los abejorros de Santorromán, las lombrices de Pepe Martínez Portero, los tractorcillos en la puerta, la simpatía de las azafatas, la marejadilla de Aguadulce, el traje inmaculado de Javier de las Nieves, Antonio Bonilla bien colocado en las fotos o la lotera, con sus décimos de la suerte. No está ya Lola festoneando con sus volantes rojo pasión, ni Tomatoman, con sus músculos de Popeye, pero sigue oliendo a tomate partido con aceite de oliva en esta nueva edición de la feria de la agricultura almeriense de primor. Y van 27 años. Ahora son los hijos de los hijos de los pioneros del ‘milagro’ los que protagonizan este gran zoco de la oferta y la demanda, este gran escaparate de las novedades y la innovación del sector: desde las semillas, hasta la irrigación, desde el invernadero tecnológico a los envases más vanguardistas, desde los créditos más ventajosos a los fertilizantes más efectivos. Aunque este año, con la madrastra crisis haciendo estragos, Miguel López y su equipo de mantienen clausurada la planta de arriba. Han vuelto a a concentrarse vendedores y compradores: en una feria todo el mundo vende algo desde técnicos a comerciales, financieros, azafatas rumbosas y políticos del ramo. Hubo corrillos en torno al jamón y a la cerveza almeriense Far West de Juan Palaoro en el stand de Ifapa, con todo el mundo de pesca, ojo avizor: empresarios de maquinaria, de semilleros, fertilizantes, plásticos y abonos. A pesar de todos los pesares y berrinches, es el gran éxito de la agricultura almeriense, que ha sabido hacer un gran mercado, una gran boquería catalana, un gran rastro madrileño sofisticado, en torno a la mera actividad productora. Aunque aún no se haya alcanzado el reto de que los agricultores acudan en volumen a la Feria, Expo Agro es tan necesaria para el agro almeriense como el agua o las semillas. Es como decir: nosotros seguimos aquí,en una esquina del mundo, pero con peso en este sector, como herederos de los primeros alpujarreños que bajaron del monte a la Puebla de Vícar o al pedregal de Dalías; de los primeros colonos de Campohermoso. Tejieron un mar de plástico que se fue haciendo grande como la propia provincia, recogiendo frutos. Por eso, merece la pena que sobreviva, sí, la Expo Agro, la feria de los cultivos bajo plástico, aunque sólo sea para juntar meriendas una vez al año, para animarse mutuamente, para ver por dónde van los últimos tiros en bichos, IV y V gama, diseño de invernaderos, riegos y todo lo que genera una industria singular como la del invernadero, una seña de identidad almeriense, la que que sostiene, de verdad, esta provincia: 30.000 hectáreas invernadas, tres millones de toneladas vendidas y 2.100 millones de euros de valor comercializado. Eso no es barro, es hormigón armado. Aunque la renta de los agricultores haya mermado por el aumento de los costes de producción y la pérdida de valor. Irradiaba ayer regocijo la consejera de Agricultura visitando expositores, interesándose por todos los adelantos tecnológicos, por la planta virtual de La Mojonera, del Ifapa o por las oficinas del PITA. Quizá sea su última Expo Agro. Quizá no. En cualquier caso, ratificó ayer que seguirá vinculada, de una u otra manera, a la agricultura. Pero, no se quedó solo en el halago por lo conseguido, Clara, volvió a recordar a los patrones de las comercializadoras, de las cooperativas, de las alhóndigas, a gente como Juan Cantón, Manuel Galdeano, Alfonso Zamora, José Enrique Vargas, Paco López, José María Andújar, que deben dar un paso al frente o atrás -según se mire- y adquirir dimensión, llevar a cabo operaciones de concentración en primer grado para poder competir en los mercados internacionales; anunció que Almería podría contar con el gran centro de referencia en investigación agraria europea instalado en el PITA. La petición se acaba de formalizar. Apareció el regante nijareño Antonio García Pardo con su barba blanca y camisa morado nazareno y se dejó ver la Universidad, desde el rector






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