Marta Rubí
22:07 • 05 may. 2012
El Tribunal Eclesiástico de Almería ha vivido en los últimos meses un considerable aumento de nulidades matrimoniales. La media es de unos 20 casos anuales, pero en 2012 ya ha habido 18. El vicario judicial, José Juan Alarcón, lo achaca a que “existe una mayor información, más accesible y más clara” que hace que sean muchos más los que solicitan el estudio de su caso. Pero aún, avisa el sacerdote, “hace falta romper muchos mitos”.
El primero de ellos, el económico: “Nadie se queda sin nulidad por no poder pagarla”. La crisis ha hecho además que se haya ‘rebajado’ el precio. De los cerca de 3.000 euros que puede costar el proceso, los implicados pagan ahora sólo el 10%.
El segundo ‘mito’ es la necesidad de que los casos se estudien desde Madrid o Roma. Alarcón explica que la obligación de que exista “doble sentencia conforme” hace que tras la resolución en Almería, los casos se lleven a Granada. “Es sólo cuando no coincide la sentencia de los dos cuando se acude a Madrid”, acalara el vicario. A Roma, sin embargo, se recurre en muy contadas ocasiones.
Y es que, el 90% de las sentencias resuelven afirmativamente sobre la nulidad solicitada. Algo que se debe, en parte, a que antes de comenzar el proceso, el propio vicario judicial realiza una valoración previa. “Funcionamos así como servicio de consulta”, explica; “si se puede ver algún atisbo de nulidad, se continúa”.
Por falta de madurez
“Si el matrimonio ha fracasado, normalmente algo hay”, considera el también párroco de Dalías. Muchos casos se dan “en matrimonios que se celebraron para solucionar un embarazo o el que la pareja vivía lejos”. Sin embargo, la mayor parte, “hasta un 90%”, tienen que ver con la falta de madurez de los contrayentes en el momento del enlace: “No por una inmadurez sin más, sino por una falta de discreción de juicio, es decir, cuando no se sabe valorar lo que se está haciendo.
Para demostrarlo, el tribunal cuenta con cuatro peritos -psicólogos o psiquiatras- que realizan un estudio de los implicados. “De todas maneras, queda claro que aquí no se juzga a las personas, sino sólo el momento en el que contrajeron matrimonio”, aclara el juez. Frente a los peritos y los abogados se sitúa el defensor del vínculo, que en Almería es el también sacerdote Eduardo Muñoz, quien se encarga de ‘obstaculizar’, como un fiscal, la nulidad, siempre de una manera documental, aunque, a tenor de los datos, sin demasiado éxito.
El primero de ellos, el económico: “Nadie se queda sin nulidad por no poder pagarla”. La crisis ha hecho además que se haya ‘rebajado’ el precio. De los cerca de 3.000 euros que puede costar el proceso, los implicados pagan ahora sólo el 10%.
El segundo ‘mito’ es la necesidad de que los casos se estudien desde Madrid o Roma. Alarcón explica que la obligación de que exista “doble sentencia conforme” hace que tras la resolución en Almería, los casos se lleven a Granada. “Es sólo cuando no coincide la sentencia de los dos cuando se acude a Madrid”, acalara el vicario. A Roma, sin embargo, se recurre en muy contadas ocasiones.
Y es que, el 90% de las sentencias resuelven afirmativamente sobre la nulidad solicitada. Algo que se debe, en parte, a que antes de comenzar el proceso, el propio vicario judicial realiza una valoración previa. “Funcionamos así como servicio de consulta”, explica; “si se puede ver algún atisbo de nulidad, se continúa”.
Por falta de madurez
“Si el matrimonio ha fracasado, normalmente algo hay”, considera el también párroco de Dalías. Muchos casos se dan “en matrimonios que se celebraron para solucionar un embarazo o el que la pareja vivía lejos”. Sin embargo, la mayor parte, “hasta un 90%”, tienen que ver con la falta de madurez de los contrayentes en el momento del enlace: “No por una inmadurez sin más, sino por una falta de discreción de juicio, es decir, cuando no se sabe valorar lo que se está haciendo.
Para demostrarlo, el tribunal cuenta con cuatro peritos -psicólogos o psiquiatras- que realizan un estudio de los implicados. “De todas maneras, queda claro que aquí no se juzga a las personas, sino sólo el momento en el que contrajeron matrimonio”, aclara el juez. Frente a los peritos y los abogados se sitúa el defensor del vínculo, que en Almería es el también sacerdote Eduardo Muñoz, quien se encarga de ‘obstaculizar’, como un fiscal, la nulidad, siempre de una manera documental, aunque, a tenor de los datos, sin demasiado éxito.
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