Anoche, los vecinos del barrio de La Carretera del municipio de Canjáyar se reunieron en las cercanías del monumento popularmente conocido como ‘La Cruz de los Caídos’, o al menos donde estaba emplazada, ya que debido a las obras de mejora y remodelación de la vía el pétreo crucero ha sido retirado temporalmente, para organizar el último de los chiscos en honor a San Antón.
La persona avezada en calendarios santorales o fiestas populares no habrá pasado por alto que la noche del sábado pasado fue San Blas, y que los fastos en honor al patrón de los animales, sucedieron hace un par de semanas, pero el mes de enero le debía una noche de fuego, carne y diversión a estos vecinos que se vieron privados de prender sus candelas a causa de la lluvia.
Canjáyar tiene una curiosa manera de acercarse a esta tradición. En vez de prender una gran pira comunal cuyas ascuas sirvan a todo el pueblo para asar las viandas en la plaza principal en un día concreto y festivo para todos, el municipio canjilón prefiere vivir los chiscos a pequeña escala y repartidos en fines de semana. Un mes de enero en el que cada barrio de la localidad moviliza a su gente con determinación y espíritu comunitario para disfrutar de unos festejos que durante un tiempo cayeron en desuso y que gracias a la acción vecinal se han vuelto a revitalizar, según cuenta Ana María, una vecina canjilona. Por su parte, María Ángeles, otra vecina, mientras ofrece buñuelos a los asistentes, explica que este año se han celebrado tres chiscos diferentes, uno por las calles aledañas a la iglesia, otro en el mesón, debido a la inclemencias del tiempo y el que se ha celebrado en el barrio de La Carretera.
La lluvia inicialmente desafió sus planes, pero la voluntad de la comunidad prevaleció, convirtiendo la noche de ayer en una experiencia única al calor de un fuego cuya energía era alimentada por los niños que constantemente arrojaban ramas secas a hoguera. La iniciativa para la celebración de este San Antón pospuesto, no fue solo un evento organizado, sino un testimonio vibrante de la vida comunitaria y la solidaridad entre vecinos. Un grupo de residentes comprometidos con el dinamismo y la vitalidad del barrio se unieron de manera coordinada para llevar a cabo esta velada. Cada vecino desempeñó un papel esencial en la realización del evento, contribuyendo con generosidad y entusiasmo, aportando para la causa todos los elementos necesarios para una noche de alegría: mesas, equipo de sonido, productos cárnicos, bebidas y dulces, entre los que se encontraban los genuinos merengues de Canjáyar.
El espíritu de trabajo en equipo y la determinación colectiva crearon una atmósfera de camaradería que se postergó hasta las primeras horas de la madrugada. Desde lo sabores de la carne hasta hasta la mezcla de risas y conversaciones, aromatizadas por el humo de la candela, la noche de los chiscos del barrio de La Carretera de Canjayar se convirtió en un testimonio de la fuerza de una comunidad unida.
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