El silencio de más de 200 espectadores,
el viento soplando con fuerza y una cuenta atrás anunciando la detonación de
más de 150 kilos de explosivos. Así se vivieron -y se sintieron- los segundos previos al fin de uno de los
iconos del paisaje carbonero en las últimas 40 décadas. En los minutos anteriores,
numerosos trabajadores y autoridades paseaban frente al que se
convertiría en el gran espectáculo de la mañana: la voladura de la chimenea de la Central Térmica Litoral de Carboneras.
Un sentimiento agridulce entre los trabajadores presentes y que, por un lado ven este hito
como el cierre de un ciclo y la llegada de nuevos e ilusionantes proyectos que
atraigan riqueza a Carboneras mediante otro tipo de energías, renovables, y por otro lado la nostalgia de todo lo vivido en
este lugar.
Uno de los presentes era Pedro Javier González, carbonero y trabajador en la central, que se sentía
emocionado y “con ganas de seguir con el proceso de construcción; somos del
equipo de ingeniería y diseño y nuestro objetivo es liberar el terreno para dar
la bienvenida a nuevas industrias y un progreso para el pueblo, pasamos de una
industria de producción térmica obsoleta, para ir hacia energías más
sostenibles”.
Otra de las trabajadoras, Margarita Martínez, que empezó
en 2007 su trabajo en la central como responsable de medioambiente y que una vez que se cerró se reubicó en el área de
sostenibilidad, coincide con Pedro. “Es un hito importante; no soy de
Carboneras pero estoy muy ligada al municipio y conozco a muchos trabajadores; tenemos sentimientos encontrados porque por un lado me siento triste por decir adiós a
la chimenea que nos ha acompañado siempre, era nuestro faro, pero por otro lado
es una manera de abrir camino a otros proyectos y a otros caminos que traerán
prosperidad.
Finalmente, Endesa procedió este jueves 21 de marzo a la una de la tarde, con una puntualidad británica, a la voladura de la icónica
chimenea de 200 metros de la Central Térmica y de una de las estructuras
metálicas de soporte de los conductos del absorbedor del Grupo 2 de la central,
un paso más en el proceso de desmantelamiento de la instalación que culminará
en 2025.
“Este proceso de deconstrucción que
estamos llevando a cabo, no es un momento de despedida sino el comienzo de una
nueva etapa ilusionante que creará empleo y riqueza para la zona. Este espacio
que ahora ocupa la central se destinará a asegurar un futuro sostenible para
Carboneras mediante proyectos de reindustrialización que mantengan el
compromiso histórico de Endesa con este entorno”, ha comentado Rafael Sánchez
Durán, director general de Endesa en Andalucía, Extremadura, Ceuta y Melilla, quien ha presenciado en primera persona la voladura.
Sánchez Durán ha realizado estas declaraciones rodeado
de autoridades de instituciones presentes en este evento histórico como la
delegada de Gobierno andaluz de Almería, Aránzazu Martín, el subdelegado del Gobierno central,
José María Martín y el actual alcalde de Carboneras, Salvador Hernández.
Retos técnicos de la voladura
La voladura de hoy han supuesto todo un
reto a nivel técnico debido a las características de ambas infraestructuras. Para
su realización ha sido necesario diseñar un procedimiento específico con el objetivo
de garantizar condiciones absolutas de seguridad y efectivas de demolición. Esta
misma prevención se está aplicando en todos los procesos que conforman los
trabajos de desmantelamiento y demolición de la planta.
“El empleo de explosivos es el procedimiento
más seguro para demoler estructuras esbeltas y especiales, siempre que el
entorno lo permite”, ha explicado Beatriz Muñiz, responsable de los proyectos
de desmantelamiento térmicos de Endesa. “En el caso de la voladura de la
chimenea el proceso ha sido aún más complejo -ha matizado- se han tenido en
cuenta todas las variables como la dinámica de la voladura, su secuencia, dirección
de caída, medidas mitigadoras de las afecciones, medidas de vibraciones y
puesta en seguridad de todos los elementos y estructuras afectadas”.
Para la voladura de la chimenea de cemento
armado ha sido necesario
debido a sus dimensiones y su ubicación, el uso de 151 kilos de explosivos que
se han colocado por primera vez a doble altura, a cota cero y 96 metros. El objetivo
de esta medida ha sido doblar el fuste en dos, como si de una bisagra se
tratara, de forma que la huella de caída se redujera a la mitad, minimizando la
afección a determinadas infraestructuras que era necesario mantener en servicio
mientras se realizan los trabajos de desmantelamiento.
Para esta demolición se han utilizado 380
detonadores electrónicos que han activado la carga de explosivo que se han colocado
en la estructura mediante taladros distribuidos para dirigir la caída en la
dirección planificada. En el proyecto se ha fijado un radio de seguridad de 400
metros.
En ese radio y un segundo
antes de la voladura de la chimenea, se ha producido, la demolición de la estructura
metálica de soporte de los conductos del absorbedor del Grupo 2, de 47,8 metros
de altura y 6 pilares, para lo que ha sido necesaria una carga de 15 kilos de
dinamita, 34 cargas de corte lineal y 49 detonadores.
Ambas voladuras han producido alrededor
de 13.000 toneladas de residuos (básicamente hormigón), que serán gestionados de
acuerdo con la normativa medioambiental. Estos residuos serán valorizados en
obra aplicando criterios de economía circular para ser usados como material de
relleno, previa caracterización para verificar su carácter inerte; en cuanto al
residuo de hierro que constituía la armadura del hormigón armado y la
estructura metálica, será objeto de valorización para su posterior uso.
Para minimizar la afección del polvo derivado
de la explosión, además de la irrigación previa de la superficie sobre la huella
de caída, se ha instalado una red de cortinas de agua y un cañón de nebulización
en la dirección de caída.
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