La acción transcurre en la cocina, una escena costumbrista con uvas y un bote de Nescafé sobre la mesa. América Anabel Cabrerizo Martínez (La Gangosa, 1990) cuenta cómo fundó su empresa de animación, Pitukis. Al fondo su madre y su hijo, al otro lado su hermana, Alba, como uno de los apoyos fundamentales del negocio.
Pronto serán diez años como autónoma: animación, fotomatón, mesas dulce, bodas, cumpleaños y comuniones. Muchos kilómetros, su casa, su hijo y su libro. Aunque casi abandona durante la pandemia por la precariedad. En la actualidad durante la temporada alta es responsable de hasta 30 monitora. ‘La Pitukibanda’ es el nuevo espectáculo basado en el libro ‘La cola del unicornio’ que Ana escribió para combatir la ansiedad infantil. Además, el show tiene su propia banda sonora.
Si le preguntan a Ana en qué trabaja siempre responde que es payasa. Todo empezó cuando estudiaba psicología y necesitaba ganar un dinero extra. “Vi un anuncio que decía: pintaras, globoflexia, juegos y baile por 35€/h y yo daba clases particulares por 10€/h. Entonces puse un anuncio de animación en una conocida web y un tiempo después me llamaron”. No tenía ni idea de animación, ni sabía hacer un perro con un globo, pero sabía jugar con niños.
“Me fui de la boda siendo la reina del mambo. Los niños gritaban: ¡Pi no te vayas!”, recuerda Ana su primera experiencia con una gran sonrisa de emoción. Se dio cuenta de que a los niños les chifla jugar con adultos en lugar de que estos vigilen el juego. “A veces solo hay que preguntarles a qué quieren jugar, escucharlos”.
Cuando terminó sus estudios comenzó la formación de Psicólogo Interno Residente, PIR. Pero después de una formación para emprendedores se dio de alta como autónoma. “Por primera vez debía dinero en el banco y me estresé tanto que sufrí una parálisis facial. A pesar de todo, tenía que trabajar, di el servicio con la cara así. Al año siguiente el cliente me volvió a llamar”. A Ana nunca le ha faltado trabajo quizás por su esfuerzo, estrategia y capacidad para reinventarse.
Emprender
“Primero pensé dos opciones de negocio: encontrar el pequeño hueco o buscar muchos pequeños huecos en diferentes sitios. Entonces puse Pitukis en todas partes de España hasta en Canarias”, dice ella. Ana enviaba paquetes con los personajes que contrataban: Mickey Mouse, Pepa Pig, Frozen, etc. En destino lo recibía una animadora que prestaba el servicio. Así llegaba al mínimo de diez animaciones al mes para obtener beneficios. “Trabajaba todo el día desde la mañana hasta la noche. A día de hoy he formado sinergia con dos amigos, somos los 3 Duendes. Sola no habría llegado a hacer las animaciones de este fin de semana para el día del Niño/Infancia en el Centro Comercial Gran Plaza y Mediterráneo”.
Recuerda que la cuarentena y postpandemia fueron duras. Acababa de comprar una furgoneta justo una semana antes del confinamiento, tenía que pagar las letras, el autónomo, los impuestos, etc. Pasó el primer mes en casa aturdida y deprimida hasta que comenzó a trabajar repartiendo paquetes para esa empresa que ponía sus personajes por toda España.
Después de la pandemia, llegó la estabilidad económica. Ana desarrolló los Talleres Impulsa en colegios públicos de toda Andalucía. Se abría una nueva fuente de ingresos, facturaba de lunes a viernes por las mañanas, hasta la fecha sólo tenía 12 días al mes para hacer caja. “El primer curso fue en Jaén, nos contrataron para hacer un scape room, no sabía lo que me esperaba. He conocido puntos de la geografía andaluza insospechados. Una de mis monitoras habituales también salió de este proyecto”.
Al año siguiente Ana se quedó embaraza. No dejó de trabajar, se vestía de Blanca Nieves con una barriga enorme, una niña le dijo que llevaba a los siete enanitos en la barriga. Pasó el post parto en verano, durante la temporada baja de trabajo, jugada magistral sin haberla planeado. Lo que más le dolía era separarse de su bebé cuanto tenía que trabajar. “Parece que el cordón umbilical sigue ahí”, dice mientras lo amamanta.
Alba, la hermana menor, es chelista y la responsable de que Pitukis tenga sus propias canciones en Spotify y YouTube. “Estaba harta de cantar siempre la misma canción y necesitábamos nuestro propio himno”, dice Alba. Así que buscaron un productor y se pusieron manos a la obra.
La última aventura de Ana ha sido escribir para combatir la ansiedad infantil. “Veo a los niños muy irascibles, ansiosos, auténticos polvorillas”, dice ella que ya piensa en escribir los siguiente cuentos. El libro, ‘La cola del unicornio’, se puede comprar en la cuenta de Instagram @lospitukis.
“Por último agradecer a mi tío Manolo, aunque crea no merecerlo. Sin él Pitukis no sería”. Ana se despide con su hijo en los brazos desde la casa que la ha visto crecer y rodeada de su familia.
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