Cuando uno se adentra en el Levante Almeriense, si se fija un poco, aparece en la distancia una pequeña perla blanca en lo alto de un cerro. Al acercarse, lo que se va descubriendo a la vista son unas casas encaramadas en uno de los extremos de Sierra Cabrera. Mojácar se deja caer así ofreciendo una estampa pintoresca, de calles estrechas y empinadas, una iglesia fortaleza y decenas de rincones desde los que maravillarse del mar Meditérraneo.
Un sinfín de vestigios históricos y estampas de ensueño que le han valido convertirse en unos de los Pueblos Más Bonitos de España. Pero no solo estas características le hacen merecedor de este embrujo, también sus leyendas e historias vividas en sus calles, en cada rincón, que invitan a querer perdernos en Mojácar.
Como la de la Fuente Mora, de doce caños y agua potable que, hasta hace bien poco era lugar de encuentro de las icónicas lavanderas mojaqueras. Muchos años antes Alavez, el último alcaide musulmán, entregó aquí en 1448 las llaves de la ciudad a Garcilaso de la Vega, padre del célebre poeta del mismo nombre, enviado de los Reyes Católicos para expulsar a los que abrazaban la fe del islam.
En aquel encuentro, que ha quedado relatado en una placa en la misma plaza, Alavez reivindicó su condición española: “Yo soy tan español como tú. Cuando llevamos los de mi raza mas de setecientos años de vivir en España nos decís”. Alavez le prometió fidelidad si le permitían seguir labrando aquellas tierras. Y los monarcas dieron por buena su palabra y Alavez y su gente, al menos durante un tiempo, pudieron seguir trabajando las tierras de sus antepasados, y a cambio, se le concedió el título de ciudad.
Otra gran leyenda, mucho más cercana en el tiempo, es la de Walt Disney y su supuesto origen mojaquero, ilustrado con coloristas murales en algunas fachadas. Se cuenta que su verdadero nombre José Guirao Zamora, y era hijo de una lavandera, Isabel Zamora, que emigró embarazada a Chicago, donde le aguardaba su hermano. En tierras americanas él le aconsejó dejar a la criatura en manos de Elías y Flora Disney, sus vecinos. Familia que acabó adoptándolo.
La llegada de unos enigmáticos americanos trajeados en los años 40 y después en los 50, buscando una partida de nacimiento, alimentó aquella leyenda. Y aunque no dieron con lo que andaban buscando, la veracidad de esta historia siguió creciendo al no encontrar tampoco rastro de Disney en los archivos de Chicago. Además, se cuenta que el propio Walter confesó a su amigo Salvador (Dalí) su casta almeriense.
Y una tercera leyenda, igual de apasionante y también relacionada con la cultura pop, nos acerca a la figura de John Lennon. El cantante y compositor de los Beatles, que estuvo seis semanas en Almería para el rodaje de la película “Cómo gané la guerra” (Richard Lester, 1967). De aquel viaje, salió la vivencia de aquel profesor de inglés, Juan Carrión, que David Trueba llevó al cine. Y salió también una canción: la mítica Strawberry Fields.
Casi toda fue compuesta en la casa donde estuvo alojado la mayor parte del tiempo en la capital almeriense, pero fue en una playa de Mojácar donde la acabó, según él mismo relató a la revista Rolling Stone en 1968. De aquello, incluso, existe la prueba gráfica. Una fotografía tomada en octubre del 66, descalzo y sentado en la arena, portando una guitarra española comprada, por cierto, en Almería. Cuando se hizo aquella imagen, Lennon se encontraba con Lester y esposa en el Parador de Mojácar, recién inaugurado.
Precisamente, el Parador de Mojácar, único en toda la provincia almeriense, es un lugar perfecto para conocer in situ todas aquellas historias y vivir esta zona del Levante Almeriense. Un lugar que, además, marcó el comienzo de la apertura turística de la provincia de Almería, convirtiéndola en un destino, ya de leyenda, para gente de todo el mundo.
Aún hoy sigue desprendiendo aquel aire bohemio que trajeron en los 60 un puñado de artistas, hippies e intelectuales. Un oasis para todo el que quiere disfrutar de la tranquilidad y de las vistas al Mediterráneo desde todas sus estancias. Y, además, protagonista también de alguna que otra historia fascinante, que aportar a las muchas que colecciona este enclave almeriense.
Inaugurado el 8 de marzo de 1966 por Fraga Iribarne, la apertura coincidió con la publicación de una de las fotos más mediáticas del momento: la del citado ministro bañándose en las aguas de Palomares, apenas dos meses después del accidente aéreo que provocó la caída de dos artefactos nucleares.
Aunque según cuentan los lugareños de edad más avanzada, el baño no se produjo en la playa de Quitapellejos, lugar donde cayeron las bombas, sino en la que se encuentra frente al Parador, que hoy goza de un acogedor anonimato. Aunque también hay quien defiende que Fraga ese día decidió bañarse dos veces, en sendos emplazamientos, aunque las temperaturas de esa época del año no invitaran a ello.
Todas estas historias se pueden saborear en este edificio histórico junto a unas buenas gambas rojas de Garrucha, en el mismo restaurante del Parador. En los espacios interiores, además se pueden encontrar grabados de José Luis Cárdenas y Luis Caruncho, un cuadro del artista César Manrique y un precioso armario de botica policromada del siglo XVIII, que da la bienvenida junto a la recepción.
Al borde del mar y a apenas tres kilómetros del casco histórico, el Parador es el refugio ideal para desconectar, darse un relajante baño en su piscina, abierta hasta el 3 de noviembre, y disfrutar de las vistas a ese Mediterráneo que inspiró a Lennon, que un día fue testigo de un encuentro cordial entre moros y cristianos y, quién sabe, si también sirvió de telón de fondo a la niñez de aquel pequeño Disney.
Para reservas, dudas o encontrar toda la información necesaria referente a el Parador de Mojácar puedes pinchar aquí.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/3/provincia/280791/mojacar-sus-leyendas-y-un-parador-donde-descubrirlas