Escribo este artículo en referencia a lo que escuchaba en boca de aquellos viejos lobos de mar de piel arrugada y llenos de temporales en el alma cuando yo apenas era un crío. Aquellos marineros, contaban historias de hundimientos de barcos de la época, una de ellas, me marcó hasta nuestros días. La frase decía así: ¡Te vas a perder como el barco del esparto!
Pasado el tiempo me preguntaba, pero, ¿existió el barco del esparto? ¿cómo se llamaba? ¿a qué se debía la frase?. Al ser entrevistados, desconocían su nombre y procedencia, quizás también por el paso del tiempo aunque algunos de ellos si recordaban escucharlo de otras viejas generaciones. Debo aclararles que me lo tomé en principio como una batallita del abuelo entre la desidia, el aburrimiento, la anécdota y el hecho real. Me quedé con lo último y me puse a navegar entre hemerotecas.
El cariz que presentaba el temporal reinante de Poniente en Adra aquel día del mes de abril de 1927, pintaba a desastre enorme. Y así fue, la ruina general se cernía sobre toda la provincia, la más castigada de toda España, ya con perennes sequías, se escribiría otro capítulo más con un espantoso ciclón que azotará durante toda la noche y madrugada del 12 al 13 de abril, reinando con tal virulencia que nada respetaba, tronchando árboles, destrozando todo cuanto se interponía a su paso, echando al suelo los postes telegráficos, destruyendo techumbres, rompiendo cristales, hundiendo barcos, abrasando parrales y parte de la caña de azúcar, como si una furia del averno se desatara para completar una ruina, para acabar con casi todo.
Fueron múltiples los destrozos difíciles de enumerar y donde las pérdidas en casi toda la provincia almeriense fueron muy cuantiosas. Pasaban las horas entre la angustia y la confusión. Las víctimas ocasionadas en la provincia también iban desgraciadamente en aumento, no eran 35 como se dijo en principio, sino a más de medio centenar que se sumaban a las personas que en varias embarcaciones salieron desde Níjar y la ensenada de San Pedro (Garrucha). Horas más tarde el mar seguía arrojando cadáveres de pescadores que perecieron en la catástrofe.
Ciclón
En Adra, el mar penetró unos 500 metros en tierra, asolando los campos penetrado en la vega en toda la zona marítima hasta el cauce nuevo del río y se calculaba en muchísimos marjales los que había bañado y dejaría inútiles por una buena temporada, amén de inutilizar los frutos.
Todos los setos y cañaverales, fueron sacados de sus quicios y las patatas, pocas dieron ya. Lo que sí se mostró algo inerte al temporal fue la caña de azúcar y la remolacha. La almendra hubo que olvidarla, pues prácticamente se vino abajo el árbol en gran número y de raíz, que quedó en los caminos y en los barrancos. Además, la hermosa arboleda que sirve de entrada al pueblo compuesta de castaños y eucaliptos de gran desarrollo, se venían al suelo en gran número interceptando la carretera de Málaga, Granada, Berja y rompiendo las líneas telegráficas. Solo quedaron en el puerto abderitano un falucho y un barco pesquero que resistía con motor. Las olas destrozaron e hicieron zozobrar a todos los barcos que había en la bahía. Sus restos fueron arrojados a la playa, y ésta presentaba un aspecto desolador.
Los frutos tempranos que se producían de pimientos, tomates, pepinos, habichuelas y otros, desaparecieron, y con todo lo anterior, fueron muchos los miles de duros de pérdidas. Según todos los partes emitidos, no hubo que lamentar daños personales pero sí materiales que fueron catastróficos.
En la parte alta de la población se derrumbaron varias casas.
Estas desgracias fueron casi consecutivas sobre la una y las dos de la madrugada, presenciadas por numeroso público, y entre ellos, las autoridades, como el alcalde don Julio Gallardo, ayudante de Marina, capitán y teniente de Carabineros y algunos tenientes de alcalde, administradores de Correos y Aduanas. Mereció aplausos el administrador de los autos ‘Alsina’, Ramón Sánchez, que Interpretando las órdenes del administrador de Correos, señor Nestares Benavides, procuró a pesar de estar interceptada la carretera, buscar caminos alternos por entre la vega para el paso de los autos correos de esa pasada madrugada entre Berja y Granada y de Adra a Almería, quedando también incomunicados por el destrozo de la red telegráfica.
Por todo ello se convocaba de urgencia por el Alcalde, Julio Gallardo Medina y actuando de secretario, Gabriel Pérez, se celebró en el salón de actos de la Casa Consistorial una asamblea de urgencia, formada por todas las fuerzas vivas de la población. El objeto de la reunión fue para adoptar medidas y acordar la mejor forma en que se había de solicitar de los Poderes Públicos los auxilios y ayuda que pusiesen remedio a la aflictiva situación en que quedaron los habitantes de Adra, sumidos en la más completa ruina por efecto del temporal que arrasó edificios dejando en el desamparo a sus moradores, devastó los campos y cosechas de patatas y tomates, asoló las cortijadas perdiendo totalmente la cosechas, por lo espantoso de este desastre hundiendo en la mayor miseria a estos pequeños propietarios de labradores y gente de la mar. Una vez deliberados los acuerdos se adoptó por telegrafiar al Presidente del Consejo de Ministros dándole cuenta. Así mismo el temporal se cebaba con la flota.
Algunos de los barcos destrozados, según el expediente del juez instructor, capitán de Corbeta de la Armada, Vicente Pérez y Baturones que instruía los naufragios, dando noticia a los armadores, aseguradores y cargadores de los siguientes buques:
Pailebot «Vicente Suarez», folio 101, lista 2ª, matrícula de Vigo.
Balandra «San José», folio 38, lista 2ª matrícula de Torrevieja.
Balandra «Virgen del Carmen», folio 1, lista 2ª, matrícula Motril.
Balandra «Dolores», folio 38, lista 2ª, matrícula de Mazarrón.
Laúd «Joven Pepe», folio 67, lista 2ª, matrícula de Adra.
Vapor «Camelle», folio 101, lista 1, matrícula La Coruña.
Vapor «Conde Venedito», folio 3.940, lista 3ª, Vigo.
Falucho «Manuel Salinas», folio 26, lista 3ª, matrícula Almería, entre otros.
El barco del esparto
Como les decía, el barco en cuestión al que damos titulo al artículo era el pailebot ‘Vicente Suarez’ que procedía de Orán y que se dirigía para Faro (Portugal) cargado de esparto y que tuvo que entrar de arribada forzosa en Adra, completamente destrozado y el esparto que trasportaba se esparció por toda la población, dejando una imagen deplorable e inusual a la vista de los ciudadanos de Adra. No hubo que lamentar víctimas en el pailebot, ya que sus ocupantes, todos, se salvaron a nado. Llamaba también la atención que los periódicos almerienses de la época solo hicieran apuntes sobre la catástrofe en tierra o barcos, pero no de la imagen de las calles abderitanas invadidas por el esparto. Hay que mirar e irse a periódicos como “La Correspondencia de Valencia” o “Las Noticias” de Huelva, que sí hacen reseñas al sorprendente acontecimiento. Aquello era un manto de color dorado que duraría algunos días, antes de despejar las vías y dejar para el recuerdo, una imagen que sirvió en forma de estribillo. Contaban los más antiguos que algunos aprovecharon el esparto para hacer “soguilla” para matar el aburrimiento.
Compañía Marítima Suárez S.A.
Navegando entre letras vi alguna fotografía del barco, pero estaban en mal estado y sin perder la esperanza, encontré su dibujo realizado en acuarela por Roberto Hernández, al cuál le agradezco su permiso, ya que en su día, realizó la acuarela en exclusiva para la revista digital Vida Marítima de Vicente Sanahuja. Así mismo, esta misma, formó parte de un montaje vigués sobre el Pergamino Vindel. Haciendo un poco de historia del Vicente Suarez encontramos reseñas en el periódico “El Eco de Santiago” donde dice 'que el pailebot Vicente Suarez, de 300 toneladas, fue botado a las 5 de la tarde el 18 de febrero de 1919'. La Revista “Vida Gallega” apunta en marzo de 1919 que 'se ha realizado la botadura del pailebot perteneciente a La Marítima Suarez. La distinguida y bella Margarita Vicente, hoy señora de Suárez, fue la que amadrinó al buque'. La Revista insertaba además una fotografía del barco y otra de la madrina, al texto. Así mismo, se hacen referencias en el “Eco de Galicia” y también en la “La Voz de Galicia”, del pailebot “Vicente Suárez”, que fue construido en Marín por los Sres. Hermida y hermanos. La sociedad marítima Suárez invitó al elemento oficial. Presenció el acto un gran gentío. Tranvías, automóviles y carruajes condujeron muchísimas personas para la botadura. Se les obsequió en el Casino con pastas, habanos y champagne.
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