Un escudo falso, sostenido con pegamento en una sencilla cartera de cuero negro, y una importante dosis de descaro fueron argumentos suficientes para convertir a J. M. G., un joven de Fiñana de 25 años de edad, en un convincente policía nacional. Se identificaba como agente, enseñaba la placa improvisada y ganaba la confianza de ciudadanos interesados en sacar algún dinero por su coche o moto.
La Policía Nacional, la verdadera, ha detenido al joven acusado de delitos de apropiación indebida, estafa y falsedad documental y a su supuesto colaborador, M. D. R. de 35 años. La operación corrió a cargo del Grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica (Brigada de la Policía Judicial) y se centró en un supuesto fraude urdido a través de Internet.
“La investigación comenzó en el mes de marzo, tras recibirse varias denuncias de personas perjudicadas que habían sido estafadas por un individuo que decía ser policía”, explica un portavoz oficial de la Comisaría. En el argot se conoce como “policía ful”, es decir, una fraude donde el ‘disfraz’ de agente se utiliza como elemento para crear confianza o facilitar la comisión de un delito. “Localizaba a vendedores de vehículos a través de anuncios en Internet, se ponía en contacto con ellos y se interesaba por la compra de un vehículo o moto de alta cilindrada (...)
Concertaba una cita para verlo y acordaba mediante contrato verbal la compraventa del mismo, una vez que se había ganado a los vendedores, les pedía que le dejaran el vehículo para probarlo”. No volvían a verlo.
“Las víctimas no se esperan que sean los propios defensores de la ley los que les asalten, quedan paralizados y los delincuentes lo aprovechan”, concluyen.
El Grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica ha acreditado la desaparición de doce vehículos. Hasta el momento se ha recuperado seis, no sin dificultades, ya que los investigadores aseguran que J. M. G. se apoyaba en M. D. R. para cambiar matrículas y dar salida en pocos días en el mercado a los vehículos robados.
Además, el supuesto policía intentaba borrar su rastro rápidamente. Los contactos se mantenían generalmente por vía telemática y evitaba repetir puntos de encuentro. “J. M. G., que estaba en busca y captura, cambiaba constantemente de domicilio y localidad, al objeto de evitar la acción policial”, expone la Policía Nacional.
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