Dos familias de Santa Ana evitan la demolición de sus casas “en ruinas”

Dos familias de Santa Ana evitan la demolición de sus casas “en ruinas”

Javier Pajarón
21:18 • 22 oct. 2012

En tiempos de crisis económica y desempleo, de hipotecas asfixiantes y desahucios, de pobreza creciente, dos familias del barrio de Santa Ana pueden respirar hoy un poco más tranquilas. El Ayuntamiento de Roquetas de Mar ha aceptado sus alegaciones y ha suspendido ‘in extremis’ el desalojo y demolición de sus viviendas, previstos para el día de ayer.


Se trata de dos familias muy conocidas en el barrio, afincadas en unas casas bajas cercanas al puerto, en las calles Bajada y Santa Ana. Una, un matrimonio de mediana edad; otra una pareja de ancianos octogenarios que vive con sus hijos. “Llevan allí toda la vida”, explica su abogado, Juan Manuel Sánchez Fernández.


Los técnicos municipales revisaron la estructura deteriorada de sus casas ante el riesgo de posibles desprendimientos y decidieron iniciar los trámites administrativos para la demolición. Querían evitar posibles daños personales, no sólo para los propios inquilinos sino para cualquier vecino o viandante. Sin embargo, la decisión suponía condenarles a una situación crítica, dejarlos en la calle. El reloj corría en su contra.




Según la orden municipal, el desalojo y la demolición estaban previstos para el 22 de octubre y el calendario daba poco margen. Las familias, con escasos recursos y conocimientos reducidos sobre trámites administrativos de esta naturaleza,  recurrieron al abogado Sánchez Fernández y contactaron con un arquitecto para encontrar una fórmula para salvar sus casas.


El 15 de octubre se emitió un escrito con los detalles de un proyecto de “apuntalamiento de forjado” de las viviendas (habría un tercer inmueble afectado), visado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Almería. Y el 19 un escrito al Ayuntamiento de Roquetas para aplazar el derribo de  las propiedades, muy cercanas al  puerto roquetero.




Ayer las palas debían hacer entrada en la calle para tirar los muros. Finalmente no fue así. El negociado de Disciplina Urbanística había dado un respiro y aceptado la propuesta, según explican los afectados, dando un final feliez a una historia tan común en los municipios almerienses como  poco conocida para la opinión pública.





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