La adolescencia encierra una fórmula abierta y a menudo irracional como tantos otros fenómenos y productos humanos, singulares y colectivos. Para abordar esta etapa del ser humano se han reunido durante tres días los participantes del congreso nacional ‘Mirando a la infancia y a la adolescencia’, organizado por la asociación española de Psicología Clínica y Psicopatología y el grupo de investigación de la UAL ‘Avances en Intervención y Epidemología con Infancia, Adolescencia y Familia’. Profesionales de esta asociación y expertos invitados llegados de toda España han abordado trastornos, tratamientos y atenciones sobre niños y adolescentes. Tras 16 años es la primera vez que la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología ha elegido Almería pare celebrar su octavo congreso. Alma Martínez de Salazar ha sido su presidenta. Ella es psicóloga clínica coordinadora de la USMIJ (Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil). Junto a ella, ha trabajado en la coordinación la profesora de la UAL Inmaculada Gómez Becerra. Las dos admiten que los niños y adolescentes necesitan de la familia como foco de roles, de estabilidad y límites en su desarrollo hacia la etapa adulta. Eso no tiene nada que ver con un concepto de disciplina anticuado, matiza Inmaculada. “El niño necesita un patrón, no sabe dónde está el bien y el mal”, añade. Las dos no ocultan que la llamada perspectiva de género no está entre los enfoques del congreso. “Los profesionales tienen que tener en su cabeza las diferencias entre hombres y mujeres”, afirma Martínez.
A pocos metros de la reunión de psicólogos, Srinivasa Aiyangar Ramanujan centraba la conferencia inaugural de la Segunda Jornada del Profesorado de Matemáticas de Almería, a cargo del catedrático de Sevilla Antonio Durán. Ramanujan es hoy considerado algo más que un genio de la matemática, pero en su día tuvo problemas en su juventud y no pasó los estudios secundarios.
Durán destacó ante los más de cien participantes en estas segundas jornadas, que Ramanujan fue algo más que un genio, fue un mago, más allá de toda comprensión. Ramanujan escribió tres cuadernos llenos de fórmulas y teoremas originales, atrevidas, sin demostración ni desarrollo lógico explicitado. Era casi niño aún cuando calculaba el número Pi de una forma insólita, al margen de toda tradición. Duran recordó el papel fundamental de su madre en la vida de este genio de la matemática, a quien le buscó esposa, le transmitió su creencia en la astrología y en el poder de los sueños. Ramanujan pasó tres años en el porche de la casa paterna absorto en su mundo invisible como hoy miles de adolescentes pasan días delante de su ordenador sin que ellos ni sus padres desvelen sus propios enigmas.
Cerca de esta reunión de matemáticos, los psicólogos también hablan del papel de la familia en el desarrollo del joven. “La ausencia de una figura parental afecta al niño. Si no hay un hombre o una mujer que permitan esa identificación al niño le afecta, aunque no tienen que ser necesariamente sus padres”, afirma Alma Martínez, presidenta del congreso de psicólogos clínicos. “La familia hace de contención; los niños necesitan límites porque por su inmadurez no tienen capacidad de autoregularse”, añade Inmaculada Gómez, profesora de la UAL y co-coordinadora de este encuentro profesional.
Ayer en el campus de la UAL
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