Profundo dolor en la mañana del sábado, una mañana triste y fría que hizo enmudecer el pueblo de La Palma del Condado a la llegada del cuerpo de la pequeña Miriam a la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Tras el coche fúnebre iba la familia: una joven madre, Gema María Cuerda, rota por el dolor; la abuela de la niña, Concha Rodríguez, que ha vivido junto a su hija esta dramática historia; Leticia y Francisco Reyes, una familia que llegaba agarrada, unida por el sufrimiento.
El funeral tenía lugar a las diez de la mañana y la iglesia se llenó de amigos, vecinos y numerosas personas que querían manifestar su solidaridad y apoyo a la familia en este duro trance. Minutos antes de la llegada del cuerpo hicieron su entrada el alcalde de La Palma, Juan Carlos Lagares, y el alcalde de Fiñana, Rafael Montes, así como la Corporación Municipal palmerina.
Un drama
“Lágrimas en los ojos y silencio, mucho silencio y respeto hacia la familia. Muchas madres que no entienden el porqué de este horror de arrebatar salvajemente a un hijo, un drama que, por desgracia, ya ha acechado a vecinos de La Palma con anterioridad”, manifiesta el Ayuntamiento onubense en un comunicado.
El funeral ha sido concelebrado por el párroco de la localidad, Francisco Martín Sirgo, el vicario y varios sacerdotes palmerinos. Las primeras palabras que se pronunciaron fueron en nombre del obispo de Huelva, José Vilaplana, que presentó sus disculpas por no haber podido asistir como era su deseo por no encontrarse en la Diócesis. Sin embargo, transmitió al párroco que estaría al lado de la familia en este momento de dolor. Dos coronas acompañaban el féretro: de los ayuntamientos de La Palma y de Fiñana.
“Parece mentira”
“Resultaba paradójico ver el cuerpo sin vida de la pequeña Miriam, tan cerca del niño Jesús del portal de Belén de la Iglesia, símbolo de vida”, apunta el consistorio palmero. El párroco dijo en su homilía que “ante la muerte siempre surge el mismo interrogante; parece mentira que se pueda cometer un atentado de tal magnitud y barbarie como quitar la vida a un inocente, es algo que nos supera. Pero actos así –prosigue- nos hacen reflexionar que el ser humano es capaz, en determinados momentos, de todo lo bueno y todo lo malo”.
Gema y su madre se derrumbaban ante una realidad que resulta inasumible: perder a una niña de 16 meses. Posteriormente los restos de Miriam recibieron cristiana sepultura en el Cementerio Municipal Nuestra Señora de la Soledad de La Palma.
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