Por el centro de acogida de Cruz Roja pasan al mes 250 drogodependientes

Varón en la cuarentena, soltero, policonsumidor, procedente de los países de Europa del Este y sin techo es el perfil del usuario del Centro de Encuentro y Acogida para personas drogodependientes que Cruz Roja gestiona en la Carretera de Sierra Alhamilla. Por este espacio han pasado en el último año 400 personas.

La media mensual de visitas es actualmente de 250 usuarios cuando hace apenas cuatro años no se llegaba a los 150. La crisis ha golpeado más si cabe a las personas drogodependientes, asegura Rafael Aranda Giménez. El director del centro, psicólogo de profesión, explica que este recurso pretende ser un espacio “de reducción de daños”. Un lugar en el que el drogodependiente puede asearse, lavar y planchar su ropa y obtener una comida reparadora.

No dan de comer, pero sí sirven cafés, zumos y bocadillos. Y, sobre todo, ofrecen, charla, un espacio en el que estos días pueden estar resguardados del frío y el viento, ver la tele e, incluso, hacer uso de ordenadores.
“Cuando están en el centro, ni consumen, ni delinquen”, señala Aranda, que reconoce cómo un alto porcentaje de los usuarios han pasado por prisión, la mayoría por delitos menores.

Además de atender necesidades básicas, el centro de Cruz Roja, que funciona gracias a un concierto con la Junta de Andalucía enmarcado en el Plan contra la Drogadicción, sirve de “enlace” entre la calle y la marginación y los servicios sociales y sanitarios. Entre quienes viven en el abandono y el sistema de salud.

Las dificultades de quienes llegan al centro no pueden solucionarse en un abrir y cerra de ojos, pero sí pueden reconducirse. De hecho, junto a este espacio, Cruz Roja gestiona un centro ambulatorio que, con psicólogos, médico y trabajadores sociales hacen de puente hacia la integración.

No llegamos aquí con la idea de sacar a todos de la droga o la calle, pero sí logramos mini objetivos que resultan muy satisfactorios para ellos y nosotros”, dice el director.