Corría el año 1944. Juan Fenoy, sevillano nacimiento y afincado en Almería, se decide a constituir en la iglesia de San Sebastián una cofradía cuyos Titulares estuvieran bajo la advocación del Stmo. Cristo del Amor y Ntra. Señora del Primer Dolor. Dos años después, superados los obstáculos, en la tarde del Jueves Santo hacen su aparición en las puertas de la iglesia de San Sebastián las imágenes de los Titulares, flanqueados por dos filas de penitentes. La Cofradía contaba con unos 400 cofrades, gran parte de ellos empleados de Banca y Oficinas; de aquí la denominación popular por la que se conoció hasta la refundación a la Cofradía.
Pronto aúmentó el número de hermanos a 500, mayoritariamente de la parroquia donde tenía la sede canónica, San Sebastián. El equipo que vestían los penitentes era túnica color hueso, cíngulo rojo y capuchón celeste. Al año siguiente, 1947, se produce una novedad: los Titulares proce-sionan cada uno en un trono.
Así continuó la procesión de ‘la Cofradía de Banca y Oficinas’, como se la conocía en aquellos años, hasta 1992. Cuarenta y cinco años después, la Hermandad realizó un nuevo paso para la Virgen que llevó por primera vez un fino y trabajado palio, confeccionado por el Sindicato Católico de la Aguja. Dos años después, este trono lució una candelaría de cera que suplía a la antigua de bombillas.
En el año 2004 tocó cambiar el paso del Cristo del Amor, encargo que se dio al orfebre sevillano Antonio Ibáñez, aún en ejecución. Como la Imagen estaba muy deteriorada tras 66 años ‘de vida’, el pasado año se encomendó su restauración al trianero José Manuel Cosano. El Cristo regresó al Altar Mayor de la iglesia de San Sebastián a finales de verano, bellísimo, con un brillo y una expresividad que había perdido. Y ayer, Martes Santo, procesionó así por vez primera.
Además, la Virgen del Primer Dolor lucía el manto primorosamente restaurado por Carmen Muley y las camareras, comandadas por María José López. Y dos novedades en el paso: un juego de seis jarras laterales y frontales, así como unos faroles donados por Rogelio. La Virgen parecía hallarse en medio de un jardín, entre iris, rosas, flores de cera y anthurium blancos con algún toque morado.
Otro estreno fueron las potencias del Cristo del Amor, una donación realizada por la familia García Olmo. Y un ‘casi estreno’: la recuperación del primitivo color celeste de los nazarenos y la supresión de la capa que se hizo el pasado año y que éste se ha generalizado.
Salida y saetas
Eran las siete menos cuarto cuando la puerta lateral de San Sebastián se abrió. Centenares de fieles aguardaban el momento y aplaudieron con devoción y fe. Por ella ganó la calle Alcalde Muñoz el cortejo procesional, compuesto por 46 nazarenos acompañando al Cristo, 44 a la Virgen, 20 con Insignias (cruz guía, estandar-te, sudarios...) y 24 niños en la ‘guardería’. Total 130, récord de la Cofradía desde la refundación de finales de los 70.
Veinticinco mantillas acompañaban a la Virgen, tan elegantes como molestas con el poniente que, una tarde más, incomodaba las procesiones en Almería. Tampoco faltaba representación de los hermanos honorarios: Protección Civil, Policía Local y Bomberos. En la fila presidencial, el consiliario, Manuel Cuadrado, el hermano mayor, Gabriel Fernández, y la teniente, Esther. Y otra novedad: abría el cortejo un grupo de romanos, venidos de Gádor a acompañar al Cristo.
Comandados por los veteranos capata-ces Paco Romero y Emilio Salvador, los 50 costaleros del Cristo del Amor y los 34 de la Virgen del Primer Dolor, además de un buen ‘refresco’, ganaron la calle, a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores ‘Santa Cruz’ y la Banda de Música ‘Santa Cecilia’ de Sorbas respectivamente. La tarde seguía nublada y ventosa pero la devoción superaba los obstáculos.
Y llegaron las saetas. Como manda la tradición, en el balcón de la antigua Casa de Socorro, María Canet y el Niño de las Cuevas lanzaron al aire los primeros quejíos a los Titulares. Pero no acabó aquí la cosa. El bar Capitol, en calle Granada, fue testigo de un entrañable momento: el Niño de las Cuevas entonó una sentida saeta compuesta por su hermano Aníbal, que sirvió de lamento a los Titulares y a la vez de homenaje al recientemente fallecido Constantino Díaz, que muchos años entonó su saeta en este punto.
Tras ello, la procesión se internó en el casco antiguo: calles Tiendas, Real, Lope de Vega y paso ante la Catedral. A las 10 de la noche se produjo la visita al Santuario de la Patrona, donde las vírgenes del Primer Dolor y del Mar se miraron con Amor. Media hora más tarde la Cruz Guía se asomó a Carrera Oficial y se realizó la petición de venia. Hora y cuarto perma-neció El Amor en ella para recogerse a las 12.30 de la madrugada.
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