Cinco años para recuperar a una hija; sin ayuda y sin resultados

Cinco años para recuperar a una hija; sin ayuda y sin resultados

Antonio Fernández
01:00 • 11 nov. 2013

Se van a cumplir cinco años desde que a Alfredo Márquez le arrebataron a su hija. Este almeriense de Berja, ingeniero agrónomo que se marchó a México a trabajar en el desarrollo de la agricultura intensiva del país norteamericano, lleva años de calvario para tratar de recuperar a la pequeña Ximena.
Este pasado mes de octubre pareció abrirse al fin una vía firme hacia la esperanza. Su cuñada Cristina Cavazos, la mujer que se llevó en enero de 2009 a su hija, mientras su mujer y esposa de Alfredo, Migdalia, agonizaba en un hospital de Barcelona aquejada de un cáncer terminal, fue detenida y enviada a prisión en México al ejecutarse una sentencia que la considera responsable de la salida irregular de la niña de España, sin la autorización de sus propios padres.


La orden de detención patió de la Procuradoría General de la República de México DF, tras pedir a la Justicia española información sobre el caso.  Y fueron agentes de la Policía Federal los que procedieron a la detención de la mujer, que ingresó en la prisión femenina de Tepic, en el estado mexicano de Nayarit.
Sin embargo, posteriormente se ha dictado una sentencia en Barcelona que reconoce todos los hechos acaecidos en estos últimos años desde la salida irregular de la niña de España hasta la patria potestad del padre, pero no condena a Cristina Cavazos ni impone penas, un ejercicio jurídico como mínimo cuestionable y que deja el caso en manos de la Audiencia Provincial de Barcelona.
Mientras se solucionan o no los conflictos jurídicos, Alfredo Márquez, sigue anclado a México porque es allí donde está su hija. Los tribunales reconocieron  su patria potestad sobre Ximena, y obligaron a la familia de su mujer a facilitar un régimen regular de visitas con la niña.


Pero esas visitas se han convertido al mismo tiempo en una auténtica tortura. Se celebran los martes y los jueves pero apenas duran cinco minutos, deben ser vigiladas y la niña, siguiendo las instrucciones que le imponen, ni mira ni habla nunca a su padre. Para asegurarse de ello alguien de la familia materna acude también a las citas.
La situación se hace insostenible por días: Alfredo en la actualidad no tiene trabajo, ni puede buscarlo puesto que las visitas de martes y jueves le impiden desplazarse a las zonas donde podría encontrarlo, y porque para él lo más importante del mundo es estar lo más cerca posible de Ximena para que no lo olvide. Cuando se la arrebataron tenía dos años, ahora va camino de los siete y sólo sabe de él lo que la familia de su mujer fallecida quiere contarle, y no son precisamente amables a la hora de hacerlo.




Desde Almería su familia intenta darle apoyo, desde el económico hasta el anímico o el legal, pero la situación es muy complicada porque hasta el momento las autoridades mexicanas han actuado con tibieza, cuando no con abierta dejadez.
Tampoco las autoridades judiciales y diplomáticas españolas han sido capaces de adoptar una posición determinante ante las mexicanas para dar solución a un problema sangrante, la separación a la fuerza de un padre y de su hija, secuestrada a todos los efectos por la familia de su mujer.
Casi cinco años después de iniciarse este drama los recursos empiezan a escasear porque hay que mantener a Alfredo allí como sea. Por eso la familia ha organizado conciertos, movilizaciones y hasta vende flores de ayuda al caso Ximena, en colaboración con Emoción.com.






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