Apuesta por conservar la pesca tradicional

Conservar un oficio tradicional. Aureliano Marín, de 45 años, trabaja como pescador. “No he conocido otro trabajo que no sea  la mar”, declara Marín.  Como hijo y padre de pescador, “de mi padre aprendí la base y los principios”, apuesta por progresar en su profesión, de ahí que haga frente a un nuevo reto: adquirir un barco de mayores dimensiones.
Como un niño con zapatos nuevos “todavía no hemos realizado el primer viaje”, presenta su nueva adquisición, el Salvador el Fortuna. “Hemos pasado de un barco de siete metros a uno de diecisiete o dieciocho metros”, matiza.
Al hablar de cifras, el pescador explica los precios de embarcaciones con características similares. “Un barco de primera mano rondaría los cien millones, de las antiguas pesetas, de segunda mano costaría unos cincuenta millones”, afirma.

Una vocación El primer recuerdo que tiene como pescador es cuando se embarcaba de pequeño para pasear a la Virgen y cómo ser pescador más que una profesión es una vocación,  su hijo también ha seguido sus pasos, “mi hijo también ha seguido mi estela, nuestra estela, la de mi padre, mis abuelos y bisabuelos”.
Como la experiencia es un grado explica que tanto él, como sus compañeros han tenido que pasar por un periodo de aprendizaje, “hemos ido mejorando siempre”.
Una vez pasado ese periodo y con la embarcación en mente, son conscientes del gran paso que dan. Con un mejor barco consigue dos cosas, mejorar sus condiciones de trabajo y garantizar “la calidad del pescado”. En este sentido, la nueva embarcación cuenta con una “gran fábrica de nieve, un mejor congelador y  mejores camarotes”.
A esas mejoras se le suman poder alejarse más, poder adentrarse en el mar,”antes lo máximo que nos alejábamos eran 4 millas”.

Grandes migratorios Con  esta nueva embarcación podrá pescar “los grandes migratorios, como el pez espada y el atún”. Estos días, el Salvador Fortuna se alza imponente en el muelle roquetero, frente a la lonja, esperando su primera salida, para poder así continuar la historia de la familia Marín, siempre ligada al mar roquetero y con una apuesta clara por mantener la tradición generación tras generación.