Durante 35 años se han dedicado a velar por las personas necesitadas del municipio de El Ejido. La labor desinteresada de ayuda social y humanitaria de la Congregación de Religiosas María Inmaculada se ha adaptado en estas tres décadas a los cambios que requería la sociedad: ayuda a las familias, a los enfermos del barrio, clases de alfabetización e incluso han colaborado en las fiestas de los jóvenes. La casa en la que residían, en la calle Paseo de las Lomas nº 27, está hoy a la venta, pero no es una mala noticia, ya que las hermanas se trasladan a la capital para la puesta en marcha de un proyecto más grande, una casa de acogida.
Orígenes
Pero durante los 35 años que han vivido y trabajado en El Ejido han pasado por la casa que la congregación tiene en este municipio unas 15 hermanas. Fueron cuatro mujeres las que se establecieron el 15 de septiembre de 1979, procedentes de Valencia. “Vinieron a este barrio buscando ser una presencia religiosa en medio de una ambiente obrero”, relata Lola Berenguel, hermana de la Congregación. Para ellas fue una novedad establecerse en El Ejido. Empezaron trabajando en el invernadero, junto con la gente del pueblo, para ganarse la vida y pronto comenzaron a acompañar al barrio en su crecimiento.
La misa se oficiaba en un almacén, ya que no había iglesia; empezaron a dar clases para los adultos; y participaron en los inicios de la asociación Almería Acoge y del Centro de Atención a las Dependencias (NOESSO). “Las hermanas se comprometían a todos los niveles”, explica Berenguel. Participaron incluso en las fiestas del barrio, en las carrozas o se implicaron con los jóvenes.
Los años fueron pasando y con la llegada de la inmigración al municipio de El Ejido, buscando trabajo en las explotaciones agrícolas, las hermanas también tuvieron que cambiar su forma de trabajar. A partir de este momento su principal objetivo sería atender las necesidades básicas de estas personas recién llegadas: alimentación, ropa, búsqueda de alojamiento, medicación e incluso clases de alfabetización. Para ello, alquilaron un local, a las espaldas de la casa que las hermanas poseían, en el que atendían a los recién llegados.
La hermana Lola Berenguel destaca que para poder llevar a cabo su labor humanitaria han contado con la colaboración de la gente de El Ejido y de la parroquia.
En los últimos años la congregación percibió otro cambio de tendencia y sus labores de ayuda tuvieron que volver a destinarse a las gentes del pueblo, empobrecidas con la crisis económica.
Reconocimiento
Su labor social ha sido reconocida recientemente por el Ayuntamiento de El Ejido, que le ha otorgado una placa con motivo en el acto de celebración del día del municipio. “Somos nosotras las agradecidas por estos años de presencia en El Ejido”, afirma. “Nos ha dado mucha pena trasladarnos”, asegura, pero ahora comienzan una nueva etapa en Almería y la afrontan con ilusión.
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