José Manuel Gómez y Cristina Esquinas son dos jóvenes emprendedores roqueteros que han puesto en marcha un ilusionante proyecto, Cervezas de los Filabres , una empresa dedicada a la elaboración de cerveza artesanal que actualmente tiene una producción mensual de 800 litros, de los que un cinco por ciento se vende ya en las cuatro provincias de Cataluña.
Esta iniciativa comenzó casi por casualidad, cuando Cristina tuvo que hacer un proyecto fin de máster en la Universidad de Cartagena y José Manuel le propuso probar con una cervecería, ya que el estaba preparando su doctorado de Biología y podía ayudarla con los conocimientos básicos para ello.
“Al terminar ella el proyecto y hacer el estudio de viabilidad, la cosa se tornaba viable y en un momento dado, ya que era viable y a mí me gustaba el tema y ella se quedó sin trabajo, era el momento de llevar a cabo el proyecto”, dice José Manuel.
Ninguno de los dos tenía experiencia previa en el sector pero el departamento contiguo en la UPTC al de José Manuel era de fermentaciones y “cuando me interesé en hacer cerveza a nivel casero tenía tanto la biblioteca como una profesora que me pudo orientar y me recomendó bibliografía, etc. Con esos conocimientos base, de forma autodidacta con una ayuda de la UPTC pude desarrollar la producción de la cerveza”, explica.
Cerveza
Cerveza de los Filabres trabaja con tres tipos de cerveza, la primera de ellas roja, cuya principal característica es el aroma del lúpulo. “Se busca que tenga un sabor y un aroma fuerte a lúpulo. Es una cerveza con pocos grados, ideal para charlar, para beber sin que se te suba mucho a la cabeza”.
“Tenemos después una cerveza de tipo belga, rubia, cuya característica principal es que está aromatizada con piel de naranja amarga y con semillas de cilantro, lo que le da un toque especial”, añadie José Manuel.
El cervecero explica que, “por último, tenemos una cerveza negra, que es la más fuerte con siete grados, de tipo porter. Parece que las características de las cervezas negras son siempre tonos de regaliz, de tostados de las maltas como café, pero ésta, al ser de tipo porter tiene un estilo más dulce. En contraposición a las cerveza Guinnes, que es la cervez negra más conocida, por ejemplo, es bastante más amarga que ésta. La gente se sorprende cuando la prueba”.
El agua
Aunque ambos jóvenes son de Roquetas, han elegido la pequeña localidad de Velefique, de apenas 300 habitantes, para producir su cerveza. “Elegimos Velefique porque la familia de Cristina es de allí y teníamos el local en el que podíamos iniciar el proyecto y por otro lado, el agua, que es fundamental”.
El problema de Roquetas es que el agua “no es buena para hacer cerveza pero la de Velefique nos permite hacer muchos tipos de cerveza” por su composición química, que la convierte en un agua relativamente blanda y baja en iones.
“La salida de una cerveza artesana es la variedad, no nos vamos a quedar con un tipo de cerveza ni con estos tres. De hecho ya tenemos dos nuevos tipos de cerveza y un local en Velefique en el que las vendemos en barril de forma que, aunque no salen todos los tipos de cerveza que hacemos embotelladas, en nuestro bar estamos sacando constantemente nuevas variedades que se pinchan en barril”, apostilla José Manuel.
Velefique es además el paisaje que ilustra las etiquetas de estas cervezas, gracias a un dibujo de Waldi Wrobel.
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