Tras un año caracterizado por las turbulencias que provocaron el anuncio de un importante recorte en el presupuesto del observatorio, del cierre de algunas de sus instalaciones y de despidos de personal, el Centro de Astrofísica hispano alemán Calar Alto parece que ha superado la crisis.
A poco más de un mes para que se realicen las primeras pruebas con el Carmenes, un instrumento pionero en su campo que permitirá avanzar en la búsqueda de planetas como el nuestro y que puedan albergar vida, el observatorio de la Sierra de Filabres trabaja a pleno rendimiento.
“Seguimos con los tres telescopios operativos, operativos al cien por cien y las 365 noches del año”, asegura a LA VOZ Jesús Aceituno, vicedirector de Calar Alto.
No es la primera vez que este astrónomo del observatorio almeriense pone de manifiesto la capacidad del centro para seguir en la primera línea de la astronomía mundial.
Ya este verano, Aceituno señalaba que “hasta ahora, a pesar de los recortes sufridos, hemos logrado responder a todos nuestros compromisos gracias al esfuerzo de la plantilla, que ha hecho posible que no se hayan perdido noches de observación”.
El telescopio de 2,2
El vicedirector explica a este periódico que dentro de las diferentes líneas de trabajo que se siguen en el observatorio, destaca “el gran interés que hay por el telescopio de 2,2 metros por parte de investigadores internacionales”.
El papel de Calar Alto en la investigación internacional queda patente a través de su participación en proyectos como Califa y Carmenes y en la misión espacial GAIA. Precisamente, este miércoles, de la mano de la asociación Amigos de Calar Alto, el catedrático de Astronomía de la Universidad de Barcelona e investigador principal de la GAIA, Jordi Torra, impartió una conferencia sobre la misión de la Agencia Espacial Europea que puso en órbita el satélite GAIA, cuyo objetivo es el estudio de mil millones de estrellas de nuestra galaxia.
Torra ha explicado que Calar Alto ha participado desde el principio en la preparación de la misión, con más de cien noches de observación, y que ahora continúa trabajando en la explotación de los datos obtenidos por el satélite y en el seguimiento de las alertas que se producen al detectar un objeto con un brillo extraordinario.
Para Torra, el futuro de Calar Alto, como el de los observatorios medianos, puede que esté en la “superespecialización”, en complementar a los grandes telescopios y ser un apoyo de misiones espaciales.
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