José Manuel Barrios tiene ahora dos cumpleaños: el de siempre, 20 de agosto, y uno nuevo, el 20 de mayo. Ese día volvió a nacer gracias a dos agentes del Puesto Principal de la Guardia Civil de Aguadulce, José Francisco Hérnández de Cárdenas y Rafael Álvarez Clayton, y a una médico del Hospital de Poniente, Eva Martínez. Entre los tres consiguieron reanimarlo tras quince minutos en parada cardiaca. Quince minutos decisivos en los que estos “ángeles de la Guardia”, como los llama José Manuel, no tiraron la toalla e hicieron un esfuerzo titánico -los cardenales en el pecho de la víctima así lo atestiguan- para devolverle a la vida.
Pedirles que relaten lo que sucedió aquel día es provocar un torrente de emociones. Los dos agentes y el conductor se reencuentran en la Avenida Juan de Austria. Allí, a la altura del supermercado, José Manuel sufrió una parada cardiaca. “Tuve un connato de infarto hace 14 años pero esto no está relacionado, me han dicho que fue una muerte súbita, sin causa”, explica. Y es que todo lo que ocurrió lo sabe por lo que le han contado. No recuerda si quiera que iba conduciendo por ahí, ni el trayecto hasta Aguadulce desde Níjar, donde reside, aunque sí que había quedado con una alumna suya de baile para ir a dar una clase (es campeón mundial y mantiene su actividad a sus 70 años).
La “suerte” quiso que Cárdenas y su compañero de patrulla fueran tras él en la misma avenida. “Vimos que hacía una maniobra rara. El coche bajaba y se cruzó de pronto al otro lado de la calle hasta que se paró al chocar contra la acera, menos mal que no había coches aparcados”, dice el agente. Fue él mismo quien acudió a ver qué ocurría y al descubrir al conductor desvanecido, rompió la luna trasera para abrir al coche y lo sacó. Pequeños cristales en la acera señalan todavía el punto exacto del suceso.
Sin pulso
Cárdenas comprobó que no tenía pulso y, tras llamar a la central, comenzó la maniobra de reanimación cardiopulmonar que había aprendido en tantos cursos, “pero que nunca había practicado”. Más suerte: la médico Eva Martínez que pasaba por allí se unió a él. Enseguida se formó un tumulto en la calle. A pocos metros, Clayton y su compañero escucharon el aviso de la central. Sin dudarlo, corrieron al centro de salud de Aguadulce Sur que, otra vez por suerte, se encuentra a escasos 100 metros.
“Avisé a los médicos de urgencias y salimos todos corriendo”, cuenta, “al llegar, vi que Cárdenas no tenía aliento ni siquiera para contar, así que le relevé”. “El esfuerzo fue muy grande, quince minutos de masaje nos dejaron echos polvo”, reconoce Cárdenas. “A mí me duele muchísimo el torso, aunque no me llegaron a romper ninguna costilla”, añade la víctima. “Sí pero..., bendito dolor, ¿verdad?”, le responde el “culpable”.
Los sanitarios del ambulatorio monitorizaron al conductor y le aplicaron varias descargas mientras los dos “ángeles” continuaban la maniobra. Por fin, tras esos eternos quince minutos en las puertas de la muerte, el monitor emitió un sonido distinto. “Le pregunté al médico qué significaba. Dijo: Tiene pulso. Y todos se pusieron a aplaudir”, describe emocionado Clayton.
Ambos agentes coinciden en que el del día 20 es uno de los servicios más gratificantes de su carrera. “Con la cantidad de acciones desagradables que llevamos a cabo, este tipo de cosas te da empuje”, afirma Clayton. Fue él quien, después de que llegara el 061 y se llevara a José Manuel a la UCI comenzó las pesquisas para avisar a su familia.
“No encontré documentación así que empecé a llamar a los últimos números registrados en su teléfono; hasta que di con la alumna con la que había quedado, a pocos metros de donde estábamos”. Acudieron a su casa y contactaron con una de las tres hijas de José Manuel. “También nos quedamos con el teléfono de uno de los sanitarios del 061 para poder interesarnos por su evolución”, comenta. Al día siguiente supieron que seguía grave en la UCI. “Pero la sorpresa llegó el día 25”, interrumpe Cárdenas, “un compañero me llamó diciendo que me buscaba José Manuel, me estaba llamando desde el hospital, realmente impactante”.
El hecho de que el vecino de Níjar no haya tenido ninguna secuela es otro de los “milagros” de esta historia. “El médico me lo ha dicho, que es prácticamente imposible”. Ayudaron su buena salud gracias a su actividad física y mental con el baile, pero sobre todo el buen hacer de esos dos agentes durante la reanimación. José Manuel no deja de mostrar su agradecimiento hacia ellos, seguro de haber ganado una nueva familia dentro de la Guardia Civil.
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