Tras la huella del crimen en El Ejido: varios asesinatos aún sin resolver

En la comarca del Poniente existen algunos casos que, aún hoy, permanecen abiertos

Alrededores de la “Charca de la Guarra”. Allí se encontró un cadáver en 1992.
Alrededores de la “Charca de la Guarra”. Allí se encontró un cadáver en 1992.
Alberto Cerezuela
07:00 • 05 feb. 2016

Qué terrible es pensar que alguien que tiempo atrás cometiera un crimen, pueda estar tranquilo en su casa a día de hoy. Es duro, pero también real. 

Lamentablemente, el nombre de El Ejido está teñido por el rojo de la sangre ya que, en los últimos años, se han producido varios asesinatos que, aún hoy, están sin resolver.




Operación Indalo
Entre mediados de la década de los 80 y principios de los 90, se produjeron en la provincia de Almería hasta 10 asesinatos que, según expertos criminalistas, pudieron ser cometidos por la misma persona. El modus operandi del agresor o agresores era muy parecido en todos los casos, así como el perfil de las mujeres asesinadas: prostitutas, con problemas de drogadicción, morenas, piel oscura y poca estatura. La Guardia Civil bautizó la operación con el nombre de ‘Indalo’, aunque nunca se llegó a detener a nadie. Algunos expertos en criminología afirman que se pudo tratar de un asesino en serie que actuó aquí.




Sujetador rojo
Muchos vecinos del Poniente almeriense conocen la popular ‘Charca de la Guarra’, entre Almerimar y Punta Entinas. Allí, el 6 de octubre de 1991, dos agricultores de la zona encuentran el cadáver desnudo de una joven mujer en un avanzado estado de putrefacción. Murió de un terrible golpe en la sien. Y sólo llevaba puesto un sujetador rojo. Meses después,  y cerca de allí (zona de ‘El Alcor’), unos albañiles encontraron el cuerpo desnudo de una mujer. Fue el ocho de marzo de 1992 y se trataba de María Jesús Muñoz Borrego, más conocida como ‘La Tamara’. Ejercía la prostitución y, como las otras víctimas, había sido estrangulada. Tenía diversos hematomas en los ojos y en la espalda, señales inequívocas de que su cuerpo había sido arrastrado. En la escena del crimen se encontraron varios preservativos usados y cáscaras de naranja. Además, el criminal o criminales se habían cebado con ella de una forma terrible, destrozándole el rostro y arrojándola desde  cuarenta metros de altura.




Más crímenes
El 21 de julio de 1992 aparece un nuevo cuerpo, esta vez en el vertedero municipal. El cadáver estaba totalmente calcinado y desmembrado.

Khadija Monsar ‘Katty’, de nacionalidad marroquí, fue la siguiente víctima. Trabajaba en un club de Pampanico. Fue un agricultor quien la encontró muerta a las 10:30 del 5 de julio de 1993, junto a un camino de invernaderos del paraje de Cuatro Vientos. Su ropa, camiseta blanca y pantalón negro, estaba semienterrada junto a la banda del invernadero. Presentaba marcas de haber sido atada, y le habían tapado la boca con cinta aislante. Falleció por extrangulamiento. 




Poniente
El 14 de mayo de 1992 es una fecha que difícilmente olvidarán los vecinos de Adra. Ese día desapareció en el barrio de Puente del Río José Antonio Sánchez, joven pastor de 21 años. La preocupación apareció cuando no volvió a casa para almorzar, pero ya era tarde. Apareció tiroteado por la espalda, semanas después. Quien o quienes perpetraran el crimen siguen hoy en libertad, y la investigación no ha avanzado.
También permanece impune  el crimen de Ana Lirola, joven pintora de 27 años de edad, ocurrido en Dalías en agosto de 1987, cuando volvía de un concierto de Alaska. Su cadáver apareció en una acequia cerca de El Ejido (paraje ‘Hoyo Peralta’), el día 10 del citado mes.  Tras un detenido que quedó absuelto, y algunas negligencias en la investigación en cuanto a la conservación del cadáver o el acordonamiento de la zona para encontrar pruebas, a día de hoy su autor o autores no se han sentado en el banquillo de los acusados.
 
Fotografías, fichas policiales, indicios, interrogatorios... pero lo que de verdad queda es el vacío y la impotencia en los seres queridos de las víctimas, que necesitan saber lo que realmente ocurrió para, por fin, poder cerrar estas historias y descansar.







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