El presidente de la Comunidad murciana va a promover una cumbre sobre el agua con los presidentes de Andalucía y Valencia. La idea es buena y el propósito razonable. El riesgo de una posible disminución del trasvase del Tajo al Segura es cierto si se cumplen los planteamientos del gobierno de Castilla-La Mancha y, para el sureste, esas aportaciones son fundamentales si se quieren evitar incertidumbres peligrosas. La pluviometría es la que es (y no va a cambiar, en todo caso irá a peor) y el trasvase, o mejor, los trasvases, junto con la desalación, son los únicos instrumentos que garantizan la continuidad de la producción agrícola.
El agua, que tanto ha dividido y enfrentado durante milenos a pueblos, provincias y comunidades, debe dejar de recorrer ese improductivo camino y convertirse en un factor vertebrador que consolide y aumente los desarrollos ya alcanzados. La propuesta de la cumbre es acertada y el presidente andaluz acudirá, sin duda, pese a que el impacto en Almería de las aguas del Tajo es de escasa relevancia si se compara con el que tiene en el campo de Murcia o la Vega Baja de Alicante. Andalucía debe estar y estará.
Y debería estarlo, no solamente por la búsqueda de una postura compartida entre las tres comunidades frente a las pretensiones castellanas, sino porque, además, sería una ocasión propicia para consolidar el respaldo de la comunidad murciana a los trabajos de la línea de alta velocidad entre Murcia y Almería.
El último año del gobierno Rajoy y el primero de Sánchez rompieron una dinámica tan paralizante del proyecto que nunca llegaré a comprender la pasividad con que el PP almeriense se comportó ante ese olvido de cinco años, cinco, sin hacer nada, sin mover un solo papel, hasta que llegó el ministro De la Serna a Fomento. En los últimos dos años los avances han sido espectaculares y todos los tramos están adjudicados o en fase de adjudicación. El PSOE ha continuado la travesía trazada y, solo desde la cicatería sectaria, puede negarse que lo ha hecho, además, con celeridad. Abalos está cumpliendo y negar esta realidad en el Haber del gobierno de Pedro Sánchez es un ejercicio de cinismo obsceno.
Pero siendo esta la realidad, no es menos cierto que, en los grandes proyectos- y este lo es, vaya si lo es-cualquier contratiempo puede acabar convertido en una vía sin salida que retrase varios años lo que ya acumula demasiados retrasos. Y uno de esos contratiempos podría ser, está siendo ya, el diseño de la entrada y salida de la alta velocidad al municipio de Lorca. Los políticos de la capital del Valle del Guadalentín mantienen de forma reiterada y sin distinción de posicionamientos políticos la exigencia de que el AVE llegue de forma soterrada al centro de la ciudad, convirtiendo esa premisa en un arma de destrucción del adversario que se atreva a discrepar.
Soterrar es, por definición, un verbo tan costoso, en tiempo, dinero y complejidad, que parapetarse en él como única alternativa acaba condenando, no solo a quienes lo defienden, sino a los que, por esa obcecación, acaban sufriendo sus consecuencias. En el caso de Lorca, a esa extraordinaria complejidad temporal, financiera y estructural- la obra requeriría muchos kilómetros- hay que añadir que estamos hablando de trabajar en el subsuelo de una altísima afectación sísmica, circunstancias, todas ellas, que podrían retrasar de forma alarmante la finalización del proyecto.
Andalucía es un territorio donde la alta velocidad ha tenido un amplio desarrollo y en no todas las ciudades en las que tiene estación se llega a ellas de forma soterrada; igual sucede en otras capitales del resto de España. Por eso el presidente Moreno debía aprovechar el viaje para, además de explicitar su respaldo a la no disminución del caudal del agua a trasvasar, apelar a la necesidad de que el presidente murciano deje de ser un espectador en el diseño de la llegada a Lorca y ejerza su influencia para que la obcecación de algunos no acabe perjudicando a todos.
Los murcianos son gente práctica y comprender que hay alternativas mas viables y con menor coste en dinero y tiempo no les supondrá esfuerzo; solo tendrían que anteponer la eficacia a la nostalgia asumiendo que lo ideal es, a veces, enemigo de lo bueno. Lorca puede acabar siendo un túnel sin salida para que la alta velocidad llegue a Almería en los plazos previstos. Busquen unos y otros la luz que acabe con ese escenario tan sombrío. El gobierno andaluz debe apoyar al murciano en sus aspiración hidrológica y Murcia está obligada a hacer lo mismo con Almería en el proyecto vital del AVE. En la política, como en la vida, los apoyos deben cultivarse en todas las direcciones.
PD.- Esta es la primera Carta que Fausto Romero no lee antes de ser publicada. ¡Y como duele!
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