Ahora que se acaba la temporada y el Almería se vuelve a jugar la vida, es tiempo de reflexionar sobre lo que tenemos y lo que nos espera. Estamos en la gloria de la LFP y no existe un plan B si el equipo da con sus huesos en la Segunda B. Nada queda detrás de esa puerta.
Ni Alfonso García ni sus consejeros saben que tecla tocar si llega el momento. Todo está diseñado para vivir entre los grandes de nuestro fútbol y no existe una preparación capaz de asimilar el palo de un descenso.
Ahora que todos remamos en la misma dirección me parece oportuno recordar lo que tenemos y lo que podemos perder con un descenso a Segunda División B. Bajamos todos.
Todo el trabajo realizado a lo largo de casi 20 años se perdería de un plumazo. Muchos niños de la cantera quedarían en libertad y el recorte presupuestario evitaría mantener muchos puestos de trabajo en el club.
Vale que esto es un deporte y puede pasar, pero todos tenemos claro que Almería no es de bronce y su medalla se pinta de plata y oro.
No hay nada detrás de la Liga Profesional. Nada. Ni con Alfonso ni con el que venga (si viene) porque volverías a los orígenes del Almería como Unión Deportiva.
Todo pasa por estar en la LFP y no estamos preparados para lo que venga.
Nos estamos jugando el fútbol en Almería.
Lo tengo muy claro.
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