Había dudas a la hora de vaticinar con qué dibujo iba a saltar al campo el Almería. Podía hacerlo con defensa de cinco, es decir, con tres centrales y dos laterales de largo recorrido. O con un 4-4-2. Finalmente José María Gutiérrez apostó por actuar con cuatro defensas y el resultado de su apuesta refleja que se equivocó.
El equipo rojiblanco venía de encajar cinco goles en sus dos últimos compromisos, el técnico demandaba una mayor eficacia defensiva y para conseguirla se presenta con un centro del campo de jugadores con poca capacidad de recuperación a los que le gusta más mirar para adelante que para su meta.
En la acera de al lado Jon Pérez Bolo sí que apostó por jugar con defensa de cinco, un centro del campo físicamente poderoso y dos puntas con mucha movilidad buscando taponar los caminos hacia su portería y esperar su oportunidad en balones largos o en acciones de estrategia. Sin jugar bien y gracias a un balón largo de Owona y una buena acción personal de Darwin Núñez el Almería se adelantó en el marcador. Pero a partir de ese momento comienzan los problemas para el sistema de contención local, acrecentados tras el intermedio.
La grada en el Estadio de los Juegos Mediterráneo pidió la entrada de Maras para jugar con tres centrales, Gutiérrez la desoyó la petición de su afición y la Ponferradina le dio la vuelta al marcador.
Destacar una vez más la extraordinaria respuesta de la afición con diez mil espectadores en la grada que se dejaron el alma y la garganta animando a su equipo que el domingo no estuvo a su altura.
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