Xavi Hernández se había convertido en el nombre propio del fútbol desde que nos fastidió los fines de semana la llegada de la dormidera que son los partidos de las selecciones nacionales. Dos semanas en las que los telediarios y los periódicos deportivos han tenido como protagonista al exentrenador de no sé qué equipo catarí, sin saber que la noche del sábado iba a hacer que desde Almería se eclipsase cualquier intento del entrenador culé de ser protagonista.
Así ocurre cuando entra en juego Rubi y su pizarra y lo hace con lo que muchos echaban en falta de Zidane, que es dejando un recital de cómo cambiar un partido desde el banquillo, lo que en esta ocasión le ha valido al Almería para llevarse un encuentro que en la primera parte parecía que iba a venirle grande dada la importancia del mismo y que al final ha terminado resolviendo con la diversión y la alegría de siempre.
Algo que pasa seguro en cada edición de La Isla de las Tentaciones pero que solo ha ocurrido con Rubi durante los tres años de proyectos de Turki, pues este equipo ya no solo parece, sino que es, muy diferente al de sus antecesores y ahora cuando se acerca un día grande lo resuelve, aunque con misterio, y no deja a los aficionados pensando que este año tampoco.
Y gran parte de la culpa está en contar con un entrenador como el catalán, quien a pesar de su miedo a poner juntos a Sousa y a Sadiq hoy ha vuelto a dar un recital de cómo se ha de leer un partido cuando uno está en la banda.
Si Appiah funciona a medias, que ya es algo, se le cambia, y si Lazo tiene uno de esos días perros en los que solo un golazo puede hacer que toque el piano, al banquillo sin miedo. Así para dar entrada a tres piezas que, por diferentes motivos pero siempre por ganadores, se están volviendo trascendentales para el Almería, como son Ramazzani, Portillo y Sousa, al que ha hecho jugar por primera vez junto a Sadiq y que ha dado la asistencia que ha sentenciado el partido.
Pero mención a parte merecen Ramazani y Portillo. El español porque ha vuelto a dejar claro que, junto con Samú y De la Hoz, son los tres pilares en torno a los que debe girar el centro del campo almeriense, y el belga porque es una delicia que, a pesar de lo que pudiera parecer, no desentona por su calidad en la aguerrida Segunda División.
Todos, productos de un gran entrenador que esta noche puede decirle a la actualidad deportiva que Xavi Hernández de qué, que aquí está Rubi.
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