Su mensaje ha llegado a la afición. Cuando los grajos volaban por el Mediterráneo mantuvo su discurso y pidió calma y tiempo para rearmar el equipo.
Apostó todo a su conocimiento y ha ganado. Lo que venga será con él en el banquillo ya que se ha ganado la confianza de: club, plantilla y afición.
Es el entrenador más parecido a Emery (por lo de las patas de la mesa, digo) y necesitaba que los aficionados participen de la fiesta del ascenso. En Málaga comenzó algo grande.
Parecía el cine
En los partidos de Pedro Emanuel, Guti, Mario Silva o José Gomes, cuando pitaba el árbitro se hacía el silencio en la grada y el run run se apoderaba del equipo al primer fallo.
Se animaba en los momentos de gloria y se hacía el silencio o se llegaba a silbar cuando el equipo encajaba un gol. Se perdían los partidos ante la indiferencia.
Por delante del equipo
Lo vivido ante el Mirandés nada tiene que ver con aquel cine del Mediterráneo porque la afición fue a por el equipo a la rotonda y lo llevó hasta su vestuario.
No hizo una buena primera mitad el Almería y el equipo notaba que la grada le superaba cantando y animando como en los grandes momentos.
No importa la hora
Ni la televisión frena a la grada. Ahora todos quieren ir al campo a ver el fútbol como Dios manda con tres pantallas gigantes y disfrutar de los goles y de los triunfos.
Hay que estar preparado para acostarse tarde y dormir menos pero: ¿Quién dijo que esto iba a ser fácil? El entrenador del Almería ha encendido a los seguidores con su discurso.
Rubi ha cerrado el cine del Mediterráneo ahora que tenemos tres pantallas gigantes porque el fútbol es una fiesta y sin la afición no hay gloria.
Rubi tiene madera de acomodador para el Cine Los Ángeles que en paz descanse.
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