Cayuela cambió de acera

En el verano de 1997 cuando el Almería de Blanes había caído al pozo de la Segunda División B y buscaba el regreso a la LFP, con Pepe Meca en el Poli Almería y Juan Antonio Román en la dirección deportiva, aparece en escena Pepe Cayuela como entrenador y la ciudad se iluminaba de nuevo pese a la monotonía de la categoría de bronce. Meter en el Poli a Meca, Cayuela y Román era lo nunca visto, con un cambio de acera que se veía normal en Román pero de ‘alta traición’ para un Pepe Cayuela por su afinidad con Guillermo Blanes.

Para muchos fieles seguidores del Almería Ceefe aquello fue ponerle los cuernos a un club donde había triunfado Cayuela, pero para el entrenador malagueño como profesional del balón no era nada más que un cambio de club sin más.

Pepe Cayuela siempre fue un entrenador respetuoso hacia el club que le dio de comer. No era de esos que escupían en el plato y su etapa en el Poli la llevó con decoro, pese a que cada una de sus manifestaciones eran examinadas desde la otra acera, por si decía una palabra más alta que otra.

Explosión

El campo se quedaba pequeño cuando medían sus fuerzas los dos equipos de Almería, y mientras las directivas se lanzaban dardos, el buen rollo imperaba entre los profesionales que compartían campo para entrenar y para jugar los partidos. Cayuela, jugaba con la enorme ventaja de conocer a sus jugadores y a los del equipo rival por haberlos dirigido, y en la calle se vivía un día a día constante con la oreja pegada a la radio por si saltaba la polémica.

Pepe Meca ya se bastaba para encender la lumbre con sus declaraciones y Manolo García templaba gaitas desde el Almería Ceefe. Cada uno iba a lo suyo en la recta final de una guerra civil que duró una década en nuestro fútbol, con dos clubes que buscaban lo mismo pero dividiendo más que sumando para el objetivo.

El Pepe Cayuela del Poli con Pepe Meca y Román ya no era el mismo del Ceefe cuando todo lo que decía tenía mensaje desmedido y arrasaba. Medía sus palabras y nunca ofendió al club que fundó Guillermo Blanes, porque sabía el entrenador malagueño lo que significaba para el fundador y para una afición que le tenía en los altares.