Nos ha dejado para siempre un hombre del fútbol. Una persona sencilla del barrio del Zapillo que hasta el último de sus días lo pasó ayudando a los demás y con una sonrisa en los labios. Se llamaba Francisco Márquez Hernández pero en su barrio era Luis el de la Mariana, por su madre y mutó a Luis Márquez para cientos de futbolistas del Almería que desde el año posterior a los Juegos del Mediterráneo llegaban a entrenar con la puerta abierta y el saludo de un señor del fútbol que nunca pasó inadvertido porque se podía confiar en él. Llegó ya jubilado al club y ni tuvo nómina ni la necesitaba ya que tenía su paga y cobraba en especie con el cariño de los entrenadores y los futbolistas que lo adoraban. Luis Márquez era también el amigo de la prensa porque sabía tratar a la gente con un infinito cariño. Hoy que a cualquiera le denominan hombre de club: que se vayan mirando lo de Luis Márquez, él si que ha sido mientras tuvo fuerzas un hombre del Almería sin importarle quien lo presidía y quien lo entrenaba.
Las mañanas de frío y las de calor estaba al pie del cañón recibiendo a los profesionales del balón y a la prensa sabiendo estar a la altura de todos y siempre en un tono discreto y sencillo. Se ganaba el cariño de todos por su amabilidad y si le pedías un favor se dejaba el alma en ello. Era feliz ayudando a los demás porque como buen hombre de barrio: las penas y alegrías hay que compartirlas entre todos. Su vida fue el trabajo, el fútbol y la pesca en su lancha con su hijo Willy. Deben de saber que el fútbol le venía de serie a Luis Márquez porque fue futbolista del Arenas y del Hispania en Tercera División. Fue un central aguerrido que no daba un balón por perdido.
Francisco Márquez
Nació en el Zapillo y desde allí partía hacia el otro mundo una buena persona. Era Francisco Márquez Hernández un trabajador de Aseo Urbano que se casó con María Rodríguez y fueron padres de cuatro hijos. Por este orden: Francisco Diego, María Isabel y María Mercedes que son gemelas y el premio final Manuel Luis al que todos conocen como Willy. En su barrio del Zapillo nadie le llamaba Paco y pasó por la vida como Luis el de la Mariana por su madre y tan felices. En casa no faltaba de nada y el fútbol le vino de la cuna para jugar a la pelota en el Estadio de La Falange primero con el Arenas que era el equipo del barrio y luego lo firmó el Hispania para jugar en Tercera División. Era central y como todos los de su época sacaba los dientes al contrario pero con enorme nobleza. Pudo llegar más lejos pero salir a jugar fuera era perder el trabajo y por eso nunca pasó: el pan que no faltara a su familia. Sus vecinos le adoraban porque era una bella persona.
Luis el de la Mariana
La vida de Luis en su barrio fue la misma de cualquier vecino ya que era trabajar, a casa, al partido del Almería porque el campo le pillaba al lado y ver crecer a sus hijos. Su pasión por la pesca le hizo comprarse una lancha y con su hijo Willy llenaban el cubo y para casa. Nunca acabaron con los caladeros de pescado y cuando daba para dos o tres cubos a repartir por la familia y los vecinos. En un barrio de pescadores compartir es de obligado cumplimiento y Luis disfrutaba repartiendo las capturas. Todo se compartía en su barrio: penas y alegrías de gente sencilla y trabajadora que le costaba llegar a fin de mes. En casa de los Márquez-Rodríguez nunca faltó de nada pero con cuatro hijos había que ajustar las cuentas.
Luis Márquez
Cuando pasaron los Juegos del Mediterráneo ya jubilado empezó a ir a los entrenamientos del Almería. No se perdía ni uno y echaba una mano a los jugadores y al portero para aparcar los coches. De la noche a la mañana 'fichó' por el Almería de portero en toda la extensión de la palabra ya que además de abrir la puerta del estadio le dieron una de las puertas de acceso para los aficionados. No cobraba porque estaba jubilado y era feliz con el contacto de entrenadores, futbolistas y periodistas. A todos ayudaba por igual y se fue haciendo imprescindible para todos y cuando un día dejó de ir todo el mundo preguntaba por él. La enfermedad cerraba la puerta a un gran portero que ponía la radio para seguir a su Almería ya desde casa rememorando a esos jugadores con los que mantenía una relación familiar. Ha muerto a los 81 años dejando mucha tristeza en un barrio y un infinito recuerdo en todos aquellos que le conocieron porque Luis el de la Mariana pasó por la vida haciendo el bien.
Era el 'dueño' del Mediterráneo.
Un beso Luis.
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