Una inmensa fila de personas esperaban su turno en la taquilla del Teatro Auditorio de Roquetas de Mar, mientras otros cientos, con la entrada ya adquirida apuraban los últimos minutos antes del comienzo del espectáculo. Podríamos pensar que quienes actuaban en la tarde de este domingo pasado eran David Bisbal o Joaquín Sabina, pero no era el caso. Tal bullicio se debía a la Escuela Municipal de Teatro de Roquetas.
El pequeño taller de teatro que un profesor de filosofía creó hace más de una década, fue la semilla de una escuela que hoy cuenta con más de trescientos alumnos de todas las edades. Gracias a aquel germen sembrado, se ha generado una base de cultura teatral en todo el municipio, haciendo que el Teatro Auditorio de Roquetas sea uno de los de mayor media de asistencia del panorama nacional (mucho tiene que ver también la calidad de su programación).
En esta oportunidad, un grupo de cinco de los actores más veteranos (pese a su juventud) nos brindaron “Burundanga”. Uno de los últimos éxitos del guionista teatral de moda, Jordi Galceran. Una comedia de enredo, alocada e hilarante que lleva al asistente de sorpresa en sorpresa a lo largo de la función.
Suero de la verdad
La historia comienza en un piso cualquiera de Barcelona. Berta (Isa Navarro), acaba de darse cuenta que está embaraza de su novio Manel (Alejandro García), un informático cuya vida es aparentemente normal, casi aburrida. Berta duda respecto al grado de compromiso de Manel, por ello le suministra “burundanga”, que ha conseguido gracias a Silvia (Mar Martín), compañera de piso y estudiante de farmacia. La burundanga, también llamado suero de la verdad, hace que Manel hable más de la cuenta y confiese que es activista de E.T.A. La complicación aumenta cuando Gorka (Jesús Santiago), compañero de la organización llega a su casa para preparar el secuestro de Jauma (Fran Caparros), un empresario tacaño y excéntrico . A partir de ahí la cosa se les irá de las manos hasta llegar a un delirante y disparatado final.
Pese a ser teatro aficionado, esta obra dirigida por Juan José Martín Uceda, aporta elementos que dan pie a pensar que no es así. Su escenografía es uno de los elementos a distinguir, estando muy por encima de la media, incluso si lo comparamos con el nivel de los grandes grupos profesionales. Destacar también el montaje técnico de los propios trabajadores del auditorio que siempre se vuelcan encantados con la escuela municipal. Y finalmente de los actores, que siendo teatro amateur, podrían estar pisando las tablas de cualquier escenario de Madrid o Barcelona. Como viene siendo costumbre, la entrada-donativo iba a parar a una obra benéfica, en esta ocasión al Teléfono de la Esperanza.
En total en estos últimos años, gracias este tipo de iniciativas, se han recaudado más de 30.000 euros para diferentes organizaciones no lucrativas. Y es que la magia del teatro no se termina cuando se apagan las luces. Desde aquí nuestro fuerte aplauso.
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