Esta historia, publicada por primera vez por Heraldo de Aragón, se ha compartido como parte del Día Mundial de las Noticias 2021, una campaña mundial para destacar el papel fundamental del periodismo basado en hechos a la hora de proporcionar noticias e información fiables al servicio de la humanidad. #JournalismMatters.
Que al emitir más CO2 aumenta la temperatura se puede decir con colores. Y si están pintados sobre la piel, sobre manos y cuerpos en movimiento, que sedimentan o se incendian, que agonizan en un mar contaminado o duermen en el fondo de un lago..., la proximidad de la divulgación es otra, más poética y emocionante. El maquillaje que pinta este proyecto del Instituto Pirenaico de Ecología persigue calar en la conciencia ambiental. Conmover al tiempo que comunica que entender los cambios ambientales en escalas temporales largas es clave para actuar sobre el cambio global que vivimos actualmente.
Divulgar con poesía
"Las bibliotecas del planeta. / ¿Cómo tomar cada archivo en la Tierra escrito? / En el descenso húmedo, / con cada gota, / el agua trae la luz / hacia el ojo del mundo". Este es uno de los destilados poéticos que acunan las imágenes del documental ‘Píntate el Cambio Global’ que está terminando de producirse en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC). Comunican, con un plus de emoción y poesía, las ideas depositadas en el guion original por Graciela Gil Romera y Alejandra Vicente de Vera: "¿Cómo se escribe el libro? ¿Cómo crece un archivo ambiental? Una estalagmita va creciendo gracias al goteo del interior de la cueva, acumulando en ella información. ¿Cómo conseguimos esa información? En una cueva, por ejemplo, podemos recuperar parte de la historia del planeta en una estalagmita". En manos de Sofía Díaz Gotor y de la propia Graciela, bióloga del IPE, acaban transformadas en las sugerentes ‘bibliotecas del planeta’.
Pero los sedimentos archivados en esas bibliotecas están, en este documental, vivos. Son los brazos y piernas de investigadores e investigadoras del IPE que, pacientemente, se dejaron maquillar allá por el mes de febrero -antes de que la pandemia hiciera que estas imágenes de proximidad sin mascarilla nos causaran extrañeza-.
El cuerpo como lienzo
"Esto sí que es donar el cuerpo a la ciencia, tal cual", bromea Graciela. La mano de Alejandra, que además de artista del ‘bodypainting’ es geóloga y estudiante de doctorado, maquilló manos, brazos y otras partes del cuerpo para convertirlas, por ejemplo, en corales y algas de un fondo submarino o en contaminantes que lo amenazan. Escena a escena, "aprovechando la movilidad del lienzo, se va produciendo una historia guiada por el uso de las paleociencias para entender el cambio global".
Porque este proyecto, nacido del grupo de investigación Paleoambientes Cuaternarios del IPE, plantea que, "a través del movimiento y la expresión corporal, se pueden trasmitir de forma más eficaz conceptos complejos, como la formación de un registro sedimentario o el análisis de indicadores ambientales". Para ello, fusiona medios audiovisuales y artes plásticas, empleando técnicas de maquillaje corporal "de modo que el vehículo de comunicación son las diferentes partes del cuerpo de los actores implicados".
Tanto Jana como Graciela están convencidas de que, cuenta esta última, "el arte apela a quiénes somos como personas y nos conecta con todo lo demás". De ahí que, unir arte y divulgación de la ciencia "consigue que preste más atención porque apela a mi interior, a una parte de mí muy humana, no racional sino emocional".
Para Sofía, "transformar hacia un código poético el lenguaje científico que me facilitó el equipo ha sido un reto y un juego". Ha buscado que, en cada palabra, "ambos mundos se encuentren, se transparenten uno en el otro".
Todas las grabaciones, a cargo del fotógrafo y técnico audiovisual Eduardo García Tomás, se realizaron antes de que diera comienzo la pandemia. En este momento, "el vídeo está ya editado, falta incorporar la banda sonora, que está terminada, pero Sofía, su compositora, está a la espera de cita en un estudio de grabación, que andan desbordados desde que terminó el confinamiento".
La iniciativa, financiada por el programa Cuenta la Ciencia de la Fundación General del CSIC, tenía una hermosa segunda parte que consistía en llevar estas técnicas a los centros de educación secundaria, a través de sus profesores de ciencia, tecnología y artes plásticas, en forma de talleres. La meta: generar conciencia ambiental en los preadolescentes. De momento, habrá que esperar.
El proceso creativo
El proceso creativo del proyecto ‘Píntate el cambio global’ mezcla disciplinas artísticas y lenguajes. Una vez que se elige qué se quiere contar, así es el proceso paso a paso:
Diseño previo del guion gráfico. Los bocetos a lápiz y acuarela de Graciela Gil señalan el camino a seguir y componen el ‘storyboard’.
Maquillaje corporal. Es la fase más laboriosa y lenta. Por ejemplo, a Alejandra Vicente le llevó entre cuatro y cinco horas aplicar las técnicas de ‘body-painting’ o maquillaje corporal sobre unas manos unidas para convertirlas en uno de los grandes protagonistas de esta historia: el planeta Tierra. Se utilizan pinturas que secan rápido y no transfieren; una ducha las borra del cuerpo.
Grabación. Los voluntarios, ya maquillados, ejecutan ante la cámara los movimientos que marca la escena que van a representar: un incendio, el efecto de los contaminantes en un ecosistema, qué cuentan los registros de cambios globales del pasado...
Edición y montaje. Al montaje audiovisual se incorporan tanto la grabación de voz -un texto lírico que firman Sofía Díaz y Graciela, creado a partir del guion original, de la misma Graciela y Alejandra como la música. Se trata de una composición para piano y violín que firma también Sofía, quien cuenta que "la escritura del guion previa me ha ayudado a situarme en el universo poético de cada escena y ha facilitado la elección de la instrumentación y el espacio sonoro".
Conciencia ambiental: Estamos a tiempo
Las emociones generadas por el cortometraje ‘Píntate el cambio global’ tienen un propósito: apelar a la conciencia ambiental respecto a esta situación, la historia ambiental y nuestro papel en el planeta. Las integrantes de este proyecto, que coordina Penélope González Sampériz, son conscientes de que "para los gobiernos y organismos científicos continúa siendo un enorme reto generar conciencia ambiental en la sociedad. De hecho, dentro del propio ámbito político parece complicado hacer llegar el mensaje de que la gran aceleración que estamos viviendo no tiene precedente y que solo mirando nuestro pasado ambiental podemos generar datos que nos permitan mitigar en el futuro las consecuencias de la dinámica climática, los cambios en el uso del suelo o la contaminación actual".
¿Qué le ha faltado a la narrativa del cambio global? Graciela Gil cree que "le ha faltado optimismo; la gente asume que, como no hay solución, no hay que hacer nada, cuando está en nuestra mano, mediante el voto y con nuestra acción personal: todo suma. Podemos consumir y viajar menos, apostar por las energías renovables, por los canales de comercio de cercanía... Esto lo podemos cambiar". Ahora, aportando una visión artística, quieren mostrar que "se puede revertir, estamos a tiempo, como ya ocurrió de forma natural con otros cambios climáticos muy chungos del pasado, los ecosistemas se pudieron recuperar".
Érase una vez, hace más de dos millones de años...
El grupo de Paleoambientes Cuaternarios y Cambio Global del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC (Paleo-IPE para los amigos) investiga la variabilidad ambiental continental durante el Cuaternario, que comenzó hace 2,5 millones de años y es el periodo en el que aún vivimos. Esos cambios ambientales se estudian a diferentes escalas temporales, desde ciclos glaciares hasta variabilidad anual, desde pequeñas cuencas a conexiones entre hemisferios.
Para ello el grupo emplea archivos terrestres donde esos cambios quedan registrados en diferentes indicadores (también llamados ‘proxies’). En Paleo-IPE se emplea el sedimento de lagos y turberas acumulado durante miles de años. Como en las páginas de un libro, allí quedan escritas las transformaciones circundantes. Se estudian las estalagmitas de las cuevas como testigos de la precipitación de carbonatos y, por tanto, de las temperaturas y la precipitación del pasado; el hielo de glaciares como el de Monte Perdido, que acumula la historia de los cambios en la altura del Pirineo; o sitios arqueológicos donde se recuperan multitud de indicadores para rehacer la historia de las interacciones entre el ser humano y la naturaleza.
Los investigadores de este grupo no solo trabajan en multitud de localizaciones de la Península Ibérica, sino también en diferentes ecosistemas a lo largo de Chile, así como en diversas áreas de África meridional (Namibia, Sudáfrica) y en las zonas de montaña y sabanas de Etiopía.
Con su trabajo reconstruyen series de cambios globales pasados, que sirven para evaluar la gravedad del actual cambio global, y estimar cómo podría ser la respuesta de los sistemas terrestres en vista de lo que ha sucedido en el pasado.
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