Aunque almeriense, el fundador de El Chilecito siempre ha sido un enamorado de México y de su cultura gastronómica. Esa pasión la trasladó hace diez años a un pequeño puestecito de servicio a domicilio con el que quiso tentar a la suerte. Una década después, el restaurante cuenta con un espacioso local que transporta al visitante a una apariencia del país latino muy arraigada en el imaginario común.
Desde calaveras y guitarras hasta sombreros de ala ancha y lucecitas de colores, el restaurante ofrece un ambiente tan alegre como transportador. Dispone, además, de una amplia zona de terraza, así como de un comedor interior: todo preparado para satisfacer al comensal tenga las preferencias que tenga.
Una carta con forma de calavera
Nada más entrar al establecimiento y escoger una mesa, el camarero de turno trae una carta con un diseño de lo más original: una calavera gigante de cartón en cuya superficie está escrita la gran variedad de platos que ofrece el restaurante. Se encuentra dividida en secciones, como los antojitos -que se refieren a los famosos entrantes castellanos-, tacos, enchiladas, quesadillas o burritos, entre muchas otras opciones.
Entre sus platos estrella destacan los nachos, unos crujientes totopos de maíz que ofrecen con una multitud de opciones y salsas de acompañamiento. Desde los 'mariachis', para aquellos que busquen una experiencia más centroamericana, hasta los nachos con queso, para los menos atrevidos, son un entrante que no dejarán a nadie indiferente y que rondan los 9 euros.
Lo mismo ocurre con sus quesadillas y tacos, jugosos y originales que combinan, por 3 euros, ingredientes tan poco tradicionales como la oreja o de cabeza de cerdo, de churrascos, de bacalao o de pulpo con otros tipos mucho más comunes de encontrar en restaurantes como El chilecito, entre los que se encuentra el taco al pastor y el de cochinita pibil.
Las hamburguesas y el grill también se recogen como opción en una carta que, al igual que el local físico, aspira a contentar a todo aquel que traspase la puerta del establecimiento. Y como toque final revelador de la identidad de su dueño, también realizan por encargo platos tan poco mexicanos como los garbanzos con jibia o arroces de diversas clases.
Cabe mencionar que la bebida no se queda atrás en la oferta del restaurante: margaritas de todos los sabores, chupitos de tequila y refrescos sin alcohol serán los mejores aliados para aliviar el picante de algunos de los platos del restaurante.
En definitiva, El chilecito, situado junto a la rambla, en la Avenida Federico García Lorca, número 117, es un local en el que el trato al cliente es tan excepcional y cercano como el sabor de su comida. Una opción muy acertada para disfrutar de México en pleno centro de Almería.
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