Entierro: sobrecogedora, majestuosa e impecable Estación de Penitencia

La Real e Ilustre Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores ha realizado una de sus mejores Estaciones de Penitencia, así quedó de manifiesto el pasado Viernes Santo tras el sobrecogedor desfile procesional realizado y la majestuosa e impecable Estación de Penitencia a la Catedral de la Encarnación, desde donde se incorporaron a la procesión oficial el obispo de la diócesis, Adolfo González Montes, las primeras autoridades, encabezadas por el alcalde, Luis Rogelio Rodríguez Comendador, acompañado por concejales de su equipo de gobierno y la Diputación, representada por su vicepresidente, Javier Aureliano García y la diputada provincial, María Vázquez, además de Rafael Hernando, diputado nacional.  

La Cofradía del Entierro, como popularmente se le conoce, volvió a convocar a numeroso público llegado desde distintos puntos de la geografía provincial, presenciando en calles y plazas de todo recorrido el discurrir de una cofradía que ha puesto en la calle uno de los mejores cortejos procesionales que se recuerda.

La presidencia
El consiliario de la Hermandad, el canónigo y párroco de la iglesia de San Pedro, Esteban Belmonte, así como el hermano mayor del Santo Sepulcro, Jorge Espinosa, estuvieron acompañados en la presidencia de la Cofradía, por la presidenta de la Agrupación de Hermandades y Cofradías, Encarni Molina y los hermanos mayores de las Hermandades de Nazarenos, Francisco Javier Vargas y Juan José Sánchez, de la Santa Cruz del Voto, de Canjáyar, con quienes la Cofradía del Santo Sepulcro está hermanada.

La saeta  La Peña de El Morato volvió a participar un año más en la procesión oficial de Almería, con la aportación de saeteros que participan en su certamen. La interpretada por Antonio García, Niño de las Cuevas, al Santo Sepulcro, erizó elvello. 

Monjas de Clausura  La devoción vino de la mano de otro momento que no pasó inadvertido para los que se encontraban en la calle Mariana, cuando desde una de las rejas de la ventana del convento de las Claras, la mano de una religiosa se asomó a la calle para ofrecerle un ramo de flores al Santo Sepulcro.