Un matrimonio de la barriada de Las Portillas situado en el término municipal de Cuevas del Almanzora se vio involuntariamente implicado en la muerte violenta de un hombre de 64 años de edad, quien al parecer pretendía conseguir los favores sexuales de la mujer a la que acosaba y perseguía insistentemente, petición a la cual ella había rechazado en distintas ocasiones y quien ante las insistencias insinuaciones del sujeto se vio obligada a informar sobre estas circunstancias al marido.
Hace sesenta y dos años, la cálida noche del 10 de julio de 1961, alrededor de las once y media Antonio R. de 64 años de edad, viudo y propietario de diversas tierras en el municipio, se presentó en la vivienda del matrimonio para hacerles una visita. El marido, Diego L. de 36 años de edad se encontraba ausente ya que se había desplazado a Cuevas del Almanzora para visitar a sus padres y en la casa en esos momentos solo se encontraba su mujer Ana C de 30 años de edad, sus tres hijos de corta edad y el padre de la muchacha que había acudido de improvisto unas horas antes a visitar a la hija y nietos.
Mientras hablaban distraídamente en el porche del cortijo sobre la buena noche que estaba haciendo y cómo iban las cosechas que empezaban a recoger, sin apenas calor, en un momento en que el padre de la mujer atendía a uno de sus nietos más pequeños que se encontraba algo enfermo comuna infección en la garganta, Antonio R le pregunto a Ana C. sobre que había pensado acerca de la propuesta que le había hecho unos días antes de mantener relaciones sexuales a espaldas de su marido.
La mujer sorprendida y sofocada ante la indecente proposición del viudo, rechazó una vez más de plano, la grosera propuesta por el individuo, al tiempo que en un momento en que en un descuido del acosador, se adentró en la vivienda y con una excusa le pedía a su padre que se quedase en el cortijo hasta la llegada de su marido porque aún tenía faena que hacer en la casa.
Una hora y media más tarde Diego L. regresó al cortijo. Tras despedir al padre de la mujer, al quedarse solos el matrimonio con Antonio, la mujer que ya no podía aguantar más esta insostenible situación, le contó directamente al marido las pretensiones del viudo y el acoso al que la tenía sometida. El marido ofuscado se enfrentó al viudo. Las palabras fueron subiendo de tono, iniciándose una acalorada discusión y tras una mezcla de acusaciones y amenazas verbales, entre Antonio R. y Ana C, ésta presa de un fuerte ataque de nervios se abalanzó sobre el viudo comenzando a golpearle indiscriminadamente y a cuya acción se sumó de inmediato el marido que derribaron al suelo sin conocimiento.
El viudo como consecuencia de la soberana paliza propinada, murió después que en una de las caídas se golpease la cabeza con el pavimento en el mismo zaguán del cortijo falleciendo desangrado a consecuencia de la fuerte brecha sufrida en la cabeza.
Diego L. se lavó la cara y el rostro, se cambió de ropa y en su bicicleta se desplazó hasta el cuartel de la Guardia Civil de Cuevas del Almanzora donde relató a los agentes una versión parcial de lo ocurrido inculpando solo a su esposa de la agresión, aunque finalmente ante la insistencia de los agentes que apreciaron numerosas contradicciones en sus manifestaciones, confesaría finalmente la verdad.
A la llegada de la Guardia Civil al cortijo, los agentes solo pudieron verificar la muerte del viudo, que había sufrido un fuerte traumatismo cráneo encefálico provocándole una intensa hemorragia interna de cuyas lesiones falleció. Una vez desmontada la coartada de Diego L. fue arrestado e ingresado en la cárcel de Almería junto a su esposa.
La Audiencia Provincial de Almería hizo pública la sentencia del caso, sumario 22/61, el 21 de noviembre de 1961 en la que se condenaba a Diego L. y Ana C. a la pena de doce años de reclusión menor acusados de un delito de homicidio aunque la pena impuesta no llegaron a cumplirla en su totalidad dado que durante su permanencia en prisión mantuvieron siempre una actitud positiva arrepintiéndose de lo horroroso del crimen.
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