Hoy, 13 de junio, se cumplen doscientos años del nacimiento, en La Cañada de San Urbano, del lutier Antonio de Torres, considerado el padre de la guitarra española tal cual la conocemos en la actualidad. Una efeméride que marca el inicio de una serie de actividades que recordarán, en los próximos meses, a un genio aún desconocido para muchos. El Museo de la Guitarra, que lleva su nombre, inaugura este mediodía una exposición que articulará las actividades del bicentenario. Y por la tarde clausurará las jornadas dedicadas a su vida y obra que comenzaron ayer. Como fin de fiesta, un joven guitarrista de la tierra, Alejandro Aparicio (Almería, 1987), con una ‘Torres’ en sus manos en un recital que dará comienzo a las 20.30 horas.
“Ya he tenido la oportunidad de tocar esta ‘Torres’ en otras dos ocasiones: fue en Granada junto a Ángel López. Aquello fue una experiencia muy bonita: no hay muchas, son instrumentos de muchísima calidad y además el componente histórico que tienen. Pero si a todo esto le sumamos que soy de Almería, como él, que puedo tocar en el museo que lleva su nombre y que celebramos los 200 años de su nacimiento, el recital de esta tarde será algo muy especial”, detalla.
Para cerrar estas jornadas, que contarán con ponencias de Jaume Bosser y Miguel Fernández y una mesa redonda, moderada por Carlos González, a la que se sumarán también José Luis Romanillos, Marian Harris, Joan Pellisa e Inmaculada Calvo, Alejandro Aparicio defenderá un programa de música española enmarcada “entre finales del siglo XIX y principios del XX”, en los años de Torres y posteriores.
Afincado actualmente en Bilbao, donde imparte clases, el guitarrista difunde la figura de Torres allá por donde va: en los últimos meses ha pasado por Almería (con actuaciones en la capital y en Roquetas) pero también ha ofrecido recitales en Bélgica, Holanda y Alemania. “Soy bastante crítico con el desconocimiento que existe hacia su figura. En mis conciertos siempre intento decir algo acerca de él: de alguna manera, es el padre de la guitarra. Torres es a este instrumento lo que Stradivarius es para el violín. A él lo conoce todo el mundo, Cremona [la localidad italiana en que nació] lo aprovecha incluso a nivel turístico, y en Almería no sabemos ni quién fue. Y queremos verlo o no, Almería es tierra de guitarras. Si hablamos de flamenco, ni te cuento: mira Tomatito, Niño Josele...”, reflexiona durante una entrevista concedida a LA VOZ.
Trayectoria
Alejandro Aparicio ingresó en el conservatorio de Almería con nueve años. “Una profesora de mi colegio, el Mar Mediterráneo, vio que tenía cualidades. Así que entre ella y mi madre, y yo que tenía ganas, hice las pruebas para entrar. Yo quería piano, ya que mi tía lo tocaba, pero tras la prueba de aptitud me dijeron que no había plaza y que podía quedarme en guitarra”, recuerda.
Así lo hizo. Y tras acabar su formación aquí prosiguió con el superior en Madrid. “Luego me fui dos años a Holanda para hacer un máster en interpretación de guitarra. Había varios profesores que me interesaban pero me fui a Maastricht por uno de ellos, Carlo Marchione”.
Eso en cuanto a su formación ‘oficial’ porque Aparicio sabe que la música es “un pozo sin fondo”, donde siempre hay “cosas que aprender”. Él lo que compagina con su labor docente: primero en Madrid y ahora en Bilbao. “Espero quedarme allí un tiempo aunque nunca se sabe. Me gusta mucho dar clase. Es muy gratificante para ti y para los pequeños, aunque también muy sufrido”, cuenta.
Suele reservarse un par de tardes para las clases. Y el resto del tiempo, seguir estudiando y tocar, tocar y tocar. “En un día normal, cuando tengo clases, le dedico cuatro horas. Si no, cinco o seis. Suelo empezar con una hora de técnica, de gimnasia para los dedos. Luego media hora de lectura a primera vista (tocar de primeras obras que no conozco, como buenamente salgan) y luego ya, ensayar lo que esté montando en ese momento. Aunque hay piezas que todo desde hace muchos años, siempre hay que estudiarlas y mejorarlas”.
La base de su repertorio es la música española. “Hay algo en ella que no se ve en otras expresiones artísticas. Cuando salgo fuera, la gente la coge con ganas, es como un sello. España es sol, playa, gastronomía, sí, pero también ayuda mucho el arte y la cultura. Tenemos mucha y muy buena música; si no la exponemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?”, se pregunta.
Entre sus autores predilectos, destacan dos nombres propios. “Falla solo compuso originariamente para guitarra el ‘Homenaje a Debussy’ pero en esos tres minutos está recogido su mundo, su lenguaje, es perfectamente reconocible. Y Albéniz no compuso nada, aunque se toca mucho, pero por el color de sus obras es, a mi juicio, el otro gran compositor español”.
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