El Patio de Honor del Castillo de Vélez Blanco ha tenido muchas vidas, alguna de ellas secreta. Tan secreta que nadie hasta ahora podía asegurar con certeza qué suerte corrieron sus relieves y otros preciados elementos de esta joya renacentista durante los años transcurridos entre su venta, en 1904, y su donación al Museo Metropolitano de Nueva York en 1945.
La secuencia de los hechos es la siguiente: Joaquín Álvarez de Toledo, duque de Medina Sidonia y marqués de los Vélez, vendió las piezas -se calcula que alrededor de 2.000 bloques de mármol de Macael-al marchante francés J. Goldberg, que luego repitió la operación con el matrimonio formado por Georges y Florence Blumenthal. Este las transportó a Nueva York y se valió de su belleza para hacer de su residencia una lujosa mansión en la esquina de la calle 70 con Park Avenue. Una mansión inspirada en el patio del castillo velezano.
¿Cómo era por dentro esa espléndida casa en la que se respiraba arte de diversos estilos y periodos? ¿Y qué peso tenían en la decoración los relieves almerienses? Un artículo del último número de ‘Revista Velezana’ responde a esos interrogantes. Se trata de una investigación del estadounidense Brad Hietikko con aportaciones de Olga Raggio, del equipo del museo neoyorquino, y la propia publicación.
El reportaje, que ocupa las páginas centrales de la revista, da a conocer una fantástica colección de fotos de la mansión de los Blumenthal, realizada en 1941 (la residencia tuvo una vida breve, de 1920 a 1945), que permite al lector hacerse una idea de la disposición de las piezas procedentes de los Vélez.
Según el artículo, el núcleo alrededor del cual se planeó la construcción fue precisamente ese “patio con una galería de estilo renacentista español, de dos pisos de altura y enteramente de mármol”, fechado entre 1506 y 1515. “En torno a él se agrupaban las salas de recepción de la planta baja y segunda planta. Gran parte del discurso en esta visita tenía que ver con este tema absorbente”, apunta el autor.
“Una pérdida lamentable es la de una de las barandillas que recorría tres lados del patio por encima del pesado entablamento de mármol. Los únicos elementos de la balaustrada que han sobrevivido son cuatro pilares tallados que se adaptaron a la casa Blumenthal como pilastras de la escalera”, añade Hietikko en el texto.
Florence Blumenthal
Hablar de la mansión de los Blumenthal, con una atmósfera de cuento a la que contribuyeron los relieves del Patio de Honor del Castillo de Vélez Blanco, es hablar de la personalidad de Florence. Una extraordinaria mecenas de arte que hizo de su casa “un oasis de ensueño de la belleza”. “Es difícil explicar cómo una casa tan suntuosa e impresionante podía ser tan íntima”, se indica en ‘Revista Velezana’.
“Existía la perfección en cada detalle de la casa, una perfección que iba más allá de las obras de arte (...). Florence se movía como una princesa de cuento de hadas. Por la noche, a menudo vestía ropas de terciopelo del Renacimiento, lo que le daba un aire de haber nacido para este magnífico entorno”.
Presentación hoy en Vélez Rubio
El número 35 de ‘Revista Velezana’ es mucho más que el artículo sobre los relieves artísticos del patio del Castillo de Vélez que decoraron la casa de los Blumenthal, en Nueva York. La publicación, editada por el Centro de Estudios Velezanos, cuenta con casi 500 páginas a todo color con una treintena de artículos de investigadores tan reconocidos como Enrique Fernández Bolea.
Tras su presentación el jueves en el Museo de Arte Doña Pakyta de Almería, hoy sábado a las 21 horas se da a conocer en el Museo ‘Miguel Guirao’ de Vélez Rubio.
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