Pintura, color y la receta de la vida

Familias que estiran un atardecer de verano de tertulia sobre una toalla en la arena de la playa de El Zapillo. Un estudio de pintura que es el corazón que late dentro de una casa. El perro que guarda el cortijo sobre el que cuelgan unas jarapas nijareñas. Un mercado en el norte de África. Los platos de la cena que aún humea sobre la mesa.

La cotidianeidad adquiere la dimensión de arte en el universo pictórico de Adela Abad (Almería, 1951). En su exposición ‘...desde un cuarto propio’ -que puede visitarse hasta el próximo 29 de abril en la Sala Jesús de Perceval del Espacio 2 del Museo de Arte de Almería, en un diálogo con las muestras de las plantas superiores- , la vida se abre paso. Una vida tranquila, cálida, de colores vivos y optimismo.

Así se lo dice a la propia Abad una funcionaria que pasa un instante por la sala. “Su exposición contiene la receta de la vida”, apunta la administrativa Carmen Carmona. Y casi sin querer va a la esencia de la producción de Abad, que con esta propuesta rompe años de silencio en los que ha cambiado su forma de expresarse.

En el díptico de la exposición, el gestor cultural José Guirao explica que Adela “ha ido despojándose de los pocos, pero ciertos atisbos formales que subyacían al margen del color para llegar a la forma desde las entrañas de esos campos de color que maneja con expresiva fluidez. En las obras que ahora presenta se ve con claridad la firmeza de sus convicciones, la insistencia de su entrega a lo esencial de la pintura. Y en esa entrega de pronto atisbamos cierta idea de Matisse o de Altamira, no por influencia buscada, sino por el puro azar de que los que se dedican a una idea de la pintura, de una manera u otra acaban encontrándose”.

A lo largo de la quincena de obras de reciente creación que conforman ‘...desde un cuarto propio’ -título tomado de uno de los cuadros que alude al ensayo de  Virginia Woolf  ‘Una habitación propia’-, el observador emprende un viaje desde “un realismo un poco surrealista con elementos suspendidos en el aire” hacia la abstracción. “Me inspiro en el paisaje, en mi tierra, en la arena, en el viento, en el Mediterráneo; me ha costado seleccionar quince piezas, ahí me ha ayudado Juan M. Martín, director del espacio”, expresa.

Así, el visitante identificará la playa de Roquetas en la que el mar parece venírsele a uno encima y el juego multicolor de las sombrillas al bajar a Las Negras, pero también se recreará en ensoñaciones como la mujer que surfea la luna y el ágora a la sombra de un árbol bajo el que pensar y debatir.

Una vocación de toda la vida
Pintora desde que recuerda, Adela Abad expuso por primera vez en 1995 en la muestra ‘100 años de pintura almeriense’, en el Auditorio Maestro Padilla. Desde entonces, ha realizado decenas de muestras. Su obra puede verse de forma permanente en la Casa del Cine, inmueble que perteneció a su familia.